Cuando se celebra el ‘día del padre’, no falta quien regala algún objeto con un letrero impreso: ‘al mejor papá del mundo’, y quien lo recibe lo agradece pero no lo cree, pues le corroe la duda de si es, no se diga ‘el mejor’, sino aunque sea un buen papá. ¿Cómo saberlo? He aquí 2 señales que indican que vas por buen camino en tu propósito de ser un buen padre.
A veces tus hijos te odian
Antes de que preguntes escandalizado: ‘¡que quée?, ¿cómo va a ser bueno que mis hijos me odien?, ¡¡si yo quiero que me amen!!’, te aclaro que esto no se refiere a que tus hijos verdaderamente te odien, y mucho menos a que su odio se deba a que les hayas hecho algún daño, como maltratarlos o abandonarlos, ello no podría considerarse señal de ser un buen padre.
No. Aquí me refiero a esas ocasiones en las que tus hijos te dicen (incluso te gritan) que te odian, y si son chicos manotean y si son grandecitos salen dando un portazo para expresar su enojo porque no les cumpliste un capricho o no les diste permiso para hacer algo que consideraste que no les convenía.
Si no les das todo lo que te piden, no les permites que hagan lo que se les pega la gana, no cedes a sus presiones ni das permisos sólo porque ‘todos sus amigos’ harán cierta cosa o irán a cierto lugar, ello muestra que tienes bien claro que no eres su ‘cuatacho del alma’, ése que con tal de tenerlos contentos y oírlos decir: ‘¡eres ‘un padre bien padre!’ les da por su lado, sino que sabes y asumes con todas sus consecuencias, que eres su papá, y como tal, no puedes secundar todas sus ocurrencias, y te atreves a decir no y a poner límites, aunque a tus hijos les parezcan intolerables y los hagan emberrinchinarse e incluso de momento ‘odiarte’, ni modo.
Confías en que a la larga lo entenderán, y un día incluso te lo agradecerán y harán lo mismo con sus propios hijos.
Considera lo que sucede con relación a nuestro Padre Dios. A veces puede enojarnos tener que cumplir Sus mandamientos, quisiéramos que nos diera permiso para cometer toda clase de pecados, pero un día entenderemos que aunque éstos nos dan una pasajera satisfacción, a la larga nos llevan a la perdición.
En tu propósito de ser un buen padre, pídele a Él que fortalezca para mantenerte firme.
A tus hijos les inspiras temor
Aquí también, antes de que protestes diciendo: ‘¡pero no quiero que me teman, sino que me tengan confianza!’, te aclaro que no me refiero a que los asustes, ni a que por ser agresivo, violento, soberbio, en suma, intratable, tus hijos te tengan pavor porque les gritas, les pegas o los humillas. ¡Ello no sería señal de que se es buen padre, todo lo contrario!
De lo que se trata es de algo muy distinto: de que sientan hacia ti tal amor y gratitud que se preguntan preocupados: ‘¿qué va a decir mi papá?’, si sacan mala calificación o si hicieron algo que no estuvo bien, pues quieren siempre agradarte, sienten temor de decepcionarte.
Es como ese don del Espíritu Santo llamado ‘temor de Dios’, que nos mueve a querer cumplir en todo la voluntad del Señor, no por miedo al infierno, sino para corresponder a Su amor.
para ser de verdad buen papá, pídele ayuda a Aquel de quien procede toda paternidad.
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