¿Te ha pasado vivir un suceso tan gozoso que te quedaste recordándolo y comentándolo mucho tiempo después?
Algo así les ha de haber ocurrido a los Reyes Magos. Y es posible que más que la estrella que los guió, o sus oportunos sueños, lo que más los impactó fue la cercanía de Jesús, José y María. Y fue para ellos no sólo tema de la charla de un día, sino lo tuvieron presente a lo largo de su vida pues los dejó llenos de paz y de alegría, les cambió la perspectiva.
Y de seguro también los pastores recordaban, más que la luz nocturna que los deslumbró y el coro angélico, la dulzura de María, la calida hospitalidad de san José, la tierna mirada del recién Nacido.
Tanto Magos como pastores atesoraron esa experiencia en su corazón y sin duda fue y siguió siendo fuente de consuelo en las dificultades que enfrentaron en sus vidas.
Y lo mismo les ha de haber pasado a todos los que fueron a ver al Niño aquella primera Navidad. Se sintieron amados por Dios, valorados, volvieron felices a sus hogares, dando testimonio no sólo con las anécdotas que no se cansaban de contar, sino con una alegría que nada ni nadie les podía arrebatar.
Ya terminó el tiempo navideño, ya guardamos los adornos y podría parecer obsoleto recordar la Navidad, pero vale la pena detenernos a considerar cómo la vivimos, qué nos dejó.
Sin duda hubo quienes se dejaron influir por el chamuco que a través de películas y comercios lanzó la mentira de que la Navidad es para decorar la casa y llenarla de foquitos, dar y recibir regalos y galletas, e ir a fiestas. ¿Qué le dejó esa Navidad?, ¿qué se quedaron comentando? ¿Que por tantos foquitos se les duplicó el recibo de luz?, ¿que se endeudaron comprando regalos?, ¿que cómo bajarán de peso tras los atracones decembrinos? Puros comentarios negativos, pesarosos, reflejo de haber vivido una Navidad vacía que los dejó también vacíos.
Pero sin duda hubo quienes sabiendo que la Navidad no hay ‘magia’, que lo que se conmemora es el milagro de que ¡Dios haya nacido entre nosotros!, la celebraron asistiendo Misa a encontrarse con Él; en su hogar pusieron Nacimiento; antes de cenar arrullaron al Niño, y a sus hijos los animaron a amarlo y a esperarlo a Él, no al nefasto santa Claus.
¿Con quiénes te identificas? ¿Cómo viviste la Navidad?, ¿qué te dejó?
Independientemente de tu respuesta, considera que le llevas ‘de gane’ a Reyes y pastores que ellos tal vez nunca volvieron a ver a Jesús, pero tú puedes encontrarte con Él ¡todos los días!: en la oración, en Su Palabra, en la Eucaristía. Está diario en la iglesia, en el Sagrario, esperando que lo vayas a ver para llenarte de Su amor.
Imitemos a Magos y pastores en dar prioridad a nuestro encuentro con el Señor, pero a diferencia de ellos, no nos despidamos de la Sagrada Familia, porque sigue aquí, y quiere acompañarnos a vivir juntos éste y todos los años.
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