Foto: Especial
Llega la Cuaresma y quieres responder al llamado de la Iglesia que nos invita a realizar tres prácticas que menciona Jesús en el Evangelio (proclamado el Miércoles de Ceniza: (Mt 6, 1-6): ayuno (y abstinencia), limosna y oración.
Y quizá te abstienes de chocolate, regala ropa que no usas, e incorporas a tu oración algún rezo de estampita, pero, pregúntate: ¿por qué se te ocurrieron estas prácticas? ¿Imitas a alguien que conoces?, ¿lo leíste en algún lado?, ¿te las recomendaron?
Si dices: ‘¡uuuy ni me acuerdo!, siempre las hago!!’, reflexiona con qué resultados. Si creciste espiritualmente, síguelas haciendo, pero si no, considera que san Francisco de Sales decía que cuando elegimos mortificaciones que nos gustan, no nos exigimos mucho y quedamos igual.
Por eso este año la propuesta es que hagas algo distinto: pregúntale a Dios.
Pídele que te haga saber, sentir, qué prácticas cuaresmales hacer.
Tal vez en lugar de suprimir el chocolate, Él quiera que aprendas a moderarte, comas uno y los demás los compartas.
Tal vez que no regales lo que te sobra, sino lo que usas, o mejor aún, que dones tu tiempo y ayudes en un voluntariado.
Tal vez que lo visites un rato en la iglesia, o que en tus ires y venires te desenchufes de chunches electrónicos, y platiques con Él.
Atrévete a preguntarle. No tengas miedo, si sientes que pide mucho es porque puedes dar mucho y Su gracia te sostendrá.
Y al final de la Cuaresma te alegrará haberte animado a salir de tu zona de comodidad y haber de veras aprovechado este tiempo privilegiado para adelantar, con ayuda del Señor, en tu camino hacia la santidad.
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