Cuando en un lugar donde se sirven bebidas alcohólicas se anuncia ‘la hora feliz’, ya se sabe que habrá tragos al dos por uno, y que mucha gente saldrá de allí embriagada, tambaleante, con la mirada perdida, diciendo incoherencias y haciendo ridiculeces que sus ‘amigos’ grabarán y harán virales, para vergüenza suya y de sus familiares, y al día siguiente se despertará con una cruda espantosa y ganas de no levantarse.
Muy distinta es la ‘media hora feliz’. Quienes asisten salen embriagados, pero del amor de Dios; no tambaleantes, sino sólidamente asentados en la roca firme que es Cristo; no con la mirada perdida, sino fija en Él; no diciendo incoherencias, porque lo han escuchado y ahora quieren anunciarlo.
Y en cuanto a hacer ridiculeces, tal vez haya quienes consideren ridículo que esa gente disfrute ir a Misa, leer la Biblia, y orar, pero tienen que reconocer que al día siguiente no tendrá cruda, sino una felicidad que les durará y se les notará y dejará callados a quienes empezaron por criticarlos, pues terminarán por envidiarlos.
Consiste en pasar media hora visitando a Jesús, sea ante el Sagrario o cuando está expuesto sobre el altar para adoración de sus fieles (lo que se llama el Santísimo expuesto), en cualquier iglesia católica.
Pasar con Jesús, realmente Presente en la Eucaristía, y disfrutar Su cercanía al menos media hora es el tiempo mejor invertido, el que más rendirá buenos frutos.
Y para que no te pase como le ocurrió a una persona que comentó que fue a su ‘media hora’, se sentó en una banca frente al Sagrario, rezó un Padre Nuestro, un Ave María, se revolvió en su asiento, miró su reloj y pensó: ‘¡qué barbaridad, me sobran todavía 28 minutos!, y ahora ¿qué hago?’, aquí tienes unas sugerencias con las que el tiempo se te irá volando, y, lo más importante, tu media hora te servirá para afianzar tu relación con el Señor y crecer espiritualmente. Dedica, en el orden que quieras:
5 minutos a alabarlo. Por Su amor, Su misericordia, Su bondad, Su creatividad, y todas las características o atributos de Dios que se te ocurran.
5 minutos a agradecerle. Por lo que ha hecho y hace por ti: haberte dado la vida, salud, seres queridos, cualidades, talentos, etc. Y por lo que hace por tus seres amados.
5 minutos a pedirle perdón. Por tus pecados personales, los de los miembros de tu familia, los de tus amigos, y los que se cometen en el mundo.
5 minutos a pedirle por tus intenciones, las de tus seres queridos, las de personas que te han pedido que ores por ellas, y por noticias de las que te enteras y que requieren mucha oración (la paz, las próximas elecciones, etc.).
5 minutos a leer en el Misalito o en tu celular, las Lecturas de la Misa del día, y reflexionarlas.
5 minutos finales a quedarte en silencio, disfrutando estar con el Amigo, sin tener que decir nada, sabiendo que está allí y te mira con amor, agradece tu presencia y se goza en tu amistad y cercanía.
Inténtalo. Te sorprenderá que de pronto lo que de antemano tal vez te parecía demasiado tiempo, se te hará corto, y querrás disfrutar este encuentro con Jesús más seguido.
Ah, y la cereza del pastel: Por pasar media hora orando ante el Señor, puedes obtener indulgencia plenaria, con las condiciones usuales requeridas (estar en estado de gracia, es decir, no en pecado mortal, comulgar y rezar por las intenciones del Papa). La puedes aplicar por ti o por un difunto. (Si quieres saber qué es una indulgencia plenaria visita: bit.ly/3tT0OOG
La Iglesia nos pide que en Cuaresma prestemos especial atención a la oración, es decir dedicar tiempo a comunicarnos con Dios. Qué gran manera de responder a esto visitando a Jesús, que siempre te está esperando con los brazos abiertos.
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