Cielo y tierra

¿Por qué la elección del Papa emociona a millones?

Es la frase en latín, idioma oficial de la Iglesia Católica, que pronuncia, desde el balcón de la Basílica de san Pedro, el cardenal encargado de anunciar al mundo que un nuevo Papa ha sido elegido. Traducida significa: “¡Os anuncio una gran alegría! ¡Tenemos Papa!”

Tras estas palabras sucede algo notable, único, que no ocurre en ningún otro momento o lugar en el mundo: Los millares de personas reunidas en la plaza del Vaticano y calles aledañas, y los millones y millones de espectadores que fueron uniéndose a la transmisión por televisión y otros medios de comunicación, cuando vieron o supieron que salió humo blanco por la chimenea de la Capilla Sixtina, y escucharon el repicar de las campanas, y estaban guardando un atento silencio, lo rompen con aplausos, hurras y expresiones gozosas. En todas las pantallas aparecen los rostros felices de quienes han estado esperando con ansia este momento y saltan de gusto, se abrazan, ríen, e incluso lloran de contento.

¿Por qué digo que lo que ocurre aquí no pasa en ninguna otra parte? Porque solemos ver multitudes que abarrotan un espacio público cuando esperan celebrar el triunfo de su candidato. Y si éste pierde, el gozo se les va al pozo, y se dispersan cabizbajas, frustradas o peor aún, furiosas, y a su paso dejan bardas pintarrajeadas, negocios saqueados, destrucción y caos. Aquí en cambio, la gente se reúne a celebrar sin importar qué candidato haya sido elegido, pues saben que fue elegido el candidato de Dios, cuyo nombre les ha ‘soplado’ el Espíritu Santo a los cardenales electores, ¡razón de más para festejar!

Habemus papam. ¡Tenemos Papa! La noticia recorre y estremece el mundo entero porque en el mundo entero está presente la Iglesia Católica (palabra que significa universal), y por eso la alegría no es para unos cuantos seguidores de un candidato, sino para gente de toda raza, lengua, condición social, política, económica, cultural, lo mismo cercanos que alejados, enfermos o sanos, niños, jóvenes o ancianos.

Habemus papam. ¡Tenemos Papa!  No importa cómo se llama, de dónde viene, si encabezaba o ni siquiera aparecía en la lista de ‘papables’: es el nuevo vicario de Cristo y eso nos basta; ya lo amamos y lo celebramos porque su presencia significa que el Señor no nos deja como ovejas sin pastor, sigue suscitando sucesores de san Pedro, la roca sobre la que estableció Su Iglesia, a la que prometió acompañar hasta el final y de la que afirmó que sobre ella no prevalecerían los poderes del mal.

Habemus papam. ¡Tenemos Papa! Nos regocijamos en la tranquilidad que nos da saber que tenemos una autoridad que nos guía y en la que podemos confiar porque fue establecida por el propio Jesús. Algo que suelen comentar los hermanos separados que se convierten al catolicismo, es que estaban cansados de ser su propio ‘Papa’ tener que decidir por sí mismos qué está bien y qué está mal, nunca está seguros de la validez de sus ordenaciones, de sus sacramentos, nunca saber si la interpretación que daban a ciertos textos claves de la Sagrada Escritura era o no la correcta. ¡Cómo descansó su alma cuando entraron a la Iglesia y pudieron confiar en que ésta, como Madre y Maestra, los conduciría con sabiduría respaldada por más de dos mil años de Magisterio y Tradición, iluminada por el Espíritu Santo que Jesús prometió, y cumplió, enviarle para guiarla a la Verdad.

Habemus papam. ¡Tenemos Papa! Nos disponemos con emocionada alegría, a conocerlo, a escuchar sus enseñanzas, a recibir, ojalá pronto, su visita, a descubrir y disfrutar sus rasgos particulares, su modo de sonreír, de mirar, su forma de ser, aquello que nos permitirá quererlo más y sentirlo cercano, familiar.

Habemus papam. ¡Tenemos Papa! Damos gracias a Dios y le pedimos que lo fortalezca y lo ilumine para que nos guíe con claridad y caridad, a la luz de la Palabra divina y la doctrina; que lo haga sabio y humilde; que nos sepa enseñar, escuchar, comprender, perdonar.

Y lo encomendamos también a María, que lo ampare con su ternura maternal y lo ayude a cumplir, con prontitud y alegría, todo lo que Jesús le pida.

Habemus papam. ¡Tenems Papa! ¡Nos inunda de alegría esta gozosa noticia!

Alejandra Sosa

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.

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Alejandra Sosa

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