Cielo y tierra

Lo que podemos aprender de lo que ‘no dijo’ San José

Si quisiéramos poner por escrito las palabras que, según los Evangelios, dijo san José, tendríamos que abrir comillas, dejar un espacio en blanco, y cerrar comillas.

Así es. Los Evangelios no registraron ni una sola palabra pronunciada por san José.

Puedes leer: Oración a san José por los trabajadores y por los desempleados

Eso no significa que no sepamos nada de él y sobre todo, que no podamos aprender mucho de él. Dicen que ‘se aprende más de alguien por lo que calla que por lo que dice’.

¿Podemos aprender algo de lo que no dijo san José? Sí. ¿Cómo es posible aprender algo de lo que no dijo si no tenemos ni idea de qué fue lo que no dijo pues no lo dijo? (¡ay esto ya se volvió trabalenguas!). Porque el hecho de que no lo haya dicho, dice mucho.

Consideremos estos ejemplos:

A ser humildes

Cuando captó que María era la virgen que daría a luz al Dios con nosotros, anunciada por el profeta Isaías, no dijo: ‘¡Al fin podré participar en algo importante! Soy descendiente de David y ¡llevo toda la vida en esta aldea!’

Él se consideró indigno de ser parte de algo tan extraordinario, y decidió alejarse. Hasta que Dios le envió un Ángel a pedirle tomar a María como esposa.

Nosotros, siempre tentados por el deseo de fama y poder, podemos aprender de san José a ser humildes.

Hacer las cosas por amor a Dios

Cuando supo que sería padre adoptivo del Hijo de Dios, no dijo: ‘¿Y yo qué gano?, ¡es un paquetón tremendo, debe haber compensación!’

Lo asumió sin pedir nada.

Nosotros, que si hacemos el bien buscamos recompensa (hasta san Pedro preguntó qué le tocaría), podemos aprender de san José a hacerlo todo por amor a Dios.

No ponerle ‘peros’ a Dios

Cuando el ángel le pidió dar al Niño el nombre de Jesús, no dijo: ‘Acepto ponerle nombre, pero quiero que se llame José.’

Hizo lo que se le pidió.

Nosotros, que solemos aceptar de Dios lo que nos gusta y lo que no, lo descartamos, podemos aprender de san José a no ponerle ‘peros’ a lo que nos pide Dios.

Aprovechar lo que tenemos

Cuando tuvo que ir a Belén para el censo, no dijo: ‘¡Pero si todavía no acabo la cuna, y María no debe viajar en ese estado!’. Fueron. Y al llegar no dijo: ‘¿dónde está el hospedaje de lujo que merecemos?’, sino buscó donde pudo. Y no pidió que bajara fuego del cielo sobre quienes no los recibieron (como querrían hacer años después los apóstoles Juan y Santiago). Aceptó lo que tuvieron.

Nosotros, que vivimos descontentos pensando que merecemos más, podemos aprender de san José a ser felices con lo que tenemos y aprovecharlo lo mejor posible. Y también saber comprender y perdonar a quienes nos ofenden o decepcionan.

Compartir lo que somos con todos

Cuando llegaron los pastores a ver al Niño, no dijo: ‘¡váyanse, están sucios y huelen mal, queremos estar solos y en paz!’

Los acogió, y si les regalaron comida, de seguro la compartió.

Nosotros, que discriminamos y privilegiamos encontrarnos con Dios, pero no con los hermanos, sobre todo con los que no toleramos, podemos aprender de san José a ensanchar el corazón para acoger a todos y compartirles lo que somos y tenemos.

Asumir el sufrimiento en su valor redentor

Cuando se les anunció que una espada atravesaría el alma de María, y captó que no estaría allí para consolarla, no dijo: ‘¡Eso no le puede pasar a Ella!’

Aceptó que el plan de salvación de Dios implicaría sufrimiento.

Nosotros, que queremos sólo pasarla bien y tenemos pavor de sufrir, podemos aprender de san José a asumir que el sufrimiento tiene un valor redentor y en lugar de huirle y rechazarlo, hemos de aceptarlo y ofrecérselo a Dios con amor.

Confiar enteramente en Dios

Cuando el ángel le pidió que huyeran a Egipto, no dijo: ‘Y ¿por qué no le quita Dios la vida a Herodes y asunto arreglado?’.

A esa hora, sin despedirse de nadie ni llevarse casi nada, emprendieron camino.

Nosotros que queremos tener siempre todas las seguridades y el control, y si algo que Dios nos pide no nos gusta le proponemos un plan B, podemos aprender de san José a fiarnos y depender enteramente de Dios.

Qué curioso. El que no dijo nada, crio al que lo dijo todo, al Verbo de Dios, quien del silencioso testimonio de Su padre adoptivo aprendió a ser Hombre, y, como él, fue humilde, amoroso, obediente a la voluntad divina toda Su vida.

Abramos, también nosotros, los oídos del alma para que podamos captar todo lo que san José nos puede enseñar… sin hablar.

JMJ

Alejandra Sosa

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.

Entradas recientes

Enriquecimiento inexplicable

Como lo hace desde 2019, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) acaba de…

3 horas hace

Amar a los pobres para sanar el corazón del mundo

Amar a los pobres es confesar la fe en el Dios que se inclinó hasta…

14 horas hace

Rosario Arquidiocesano 2025: así se vivió en la Basílica de Guadalupe

La Morenita del Tepeyac recibió a sus hijos para rezar, ante su presencia, el Rosario…

14 horas hace

Qué podemos esperar de Dilexi Te, la primera exhortación apostólica de León XIV

La exhortación apostólica reciente nos traerá enseñanza milenaria, la voz del Papa en esas páginas…

23 horas hace

La migración y el cuidado de la Casa Común no son armas ideológicas

Mons. Francisco Javier Acero, obispo de la Arquidiócesis de México, llamó a un cambio de…

1 día hace

¿Por qué el Papa León XIV bendijo un bloque de hielo?

“Señor de la vida, bendice esta agua: que despierte nuestros corazones, purifique nuestra indiferencia, calme…

1 día hace