El Jubileo de los Jóvenes. Crédito: Vatican News
Si hubiéramos podido ver una radiografía de cada corazón, hubiéramos visto que estaba en fuego, encendido de amor a Jesús, de devoción a María, de ganas de salir a anunciar al mundo que Cristo vive, de vivir a tope su fe católica.
Me refiero a quienes asistieron al Jubileo de Jóvenes celebrado en días pasados en Roma, y a los que vimos emocionados cantar, reír y echar sano relajo, pero también estar atentos a lo que les dijo el Papa, participar con devoción en la Misa, rezar el Rosario, confesarse, arrodillarse a adorar en absoluto silencio a Jesús en el Santísimo Sacramento.
Y no podemos menos que preguntarnos qué será de todos ellos que han regresado ya a sus países, a sus comunidades. ¿Cómo hacer para que no se apague ese fuego que se encendió en sus corazones?
Se preguntó esto a algunos de ellos y a quienes tienen a su cargo pastoral juvenil en sus parroquias. Y dieron varias sugerencias, de las que cabe destacar cinco que ojalá puedas proponer en tu comunidad:
Hay quien dice que para atraer a los jóvenes a Misa, hay que amenizarla con música de rock o teatro o videos, para que se parezca más a las asambleas de los protestantes, que atraen a mucha gente. Es un error. La Misa está estructurada, de principio a fin, para que salgamos de lo ordinario, de lo cotidiano, y entremos al ámbito de lo divino, de lo trascendente, para encontrarnos con Dios, reconciliarnos con Él, escuchar Su Palabra, presenciar el momento extraordinario en que se hace realmente Presente en el altar, adorarlo y recibirlo en la Eucaristía. ¡Sólo en Misa sucede esto! Para atraer a los jóvenes no hay que banalizarla y convertirla en espectáculo mundano, sino ayudarlos a entender lo trascendente que sucede en ella, y procurar que sea celebrada con auténtica devoción.
Ahora bien, no en Misa, sino fuera de ella, sí es importante, incluso urgente, que haya espacios para jóvenes en los que se les ofrezca lo mismo que se les ofreció en el Jubileo y puedan cantar, bailar, reflexionar, orar y disfrutar de una buena camaradería.
He aquí una propuesta concreta:
Que al menos una vez a la semana, quizá el sábado después de que terminaron las Misas, por ejemplo de 9pm a 10pm, haya en la parroquia o en uno de sus salones una velada juvenil en la que no falte lo siguiente:
Música
Hay muchos cantantes católicos en las iglesias que se limitan a cantar los cantos litúrgicos en Misa, pero que estarían felices de poner compartir cantos que han escrito o que conocen y que en Misa no vienen al caso, pero en otro momento sí. Sería estupendo contar con solistas, bandas y grupos de música católica, del género que sea, que toquen en las veladas juveniles para que los jóvenes canten, bailen, disfruten alabando a Dios al ritmo de la música que más les gusta.
Buena prédica
Que alguien que tenga verdadera facilidad de palabra y sepa transmitir un mensaje que le llegue a los jóvenes, (puede ser sacerdote, o una persona laica) dé una buena y breve charla, de preferencia sobre algún tema de apologética, es decir, explicación y defensa de la fe, para que los jóvenes sepan cómo responder cuando los cuestionan sus amigos y profesores no creyentes.
Oración y adoración
Que después de la prédica haya un momento de oración, de preferencia ante el Santísimo Sacramento. Dar oportunidad a los jóvenes de estar ante el Señor, realmente Presente en la Eucaristía, adorarlo, dejarse amar por Él, sentirlo cercano.
Confesión
A los jóvenes les suele dar pena formarse en la fila de confesión durante la Misa, pero en el Jubileo se sentían a gusto formados entre jóvenes. Si hubiera un confesor disponible durante la velada juvenil, de seguro lo aprovecharían.
Convivio
Que al terminar la velada juvenil haya café y donas o refresco y pizza, algo que a los jóvenes puedan compartir durante un rato de convivencia en la que puedan platicar, conocerse, hacerse amigos. Tal vez algunos sólo asistan por la comida, no importa, es un comienzo, el Señor se vale de lo que sea para atraer a todos hacia Él.
Que los jóvenes puedan reunirse una vez a la semana, a hacer Lectio Divina, es decir, leer, meditar la Palabra de Dios, y orar en respuesta a lo leído, y también pedir por las intenciones de unos y otros.
Pueden también formar un círculo de oración por teléfono en el que se envíen mensajes para pedir orar por unos y otros.
También pueden juntarse a rezar el Rosario por sus intenciones. Descubrir juntos el amor maternal de María.
Todo esto les hará valorar y aprovechar el increíble poder de la oración.
Los jóvenes son capaces de leer textos muy densos en la universidad, pero cuando se trata de su fe, se quedaron con los manualitos del catecismo infantil. Es importante que conozcan las obras riquísimas de los Padres de la Iglesia, los santos, los Doctores de la Iglesia, los Papas, los documentos vaticanos, etc.
Puede organizarse un pequeño grupo que acuerde leer un libro y reunirse a comentarlo cada semana. Esto además de darles un sentido de comunidad, les permite descubrir que la fe no es, como algunos ateos creen, para tontos o para ignorantes, sino todo lo contrario. Y además los hará crecer en su conocimiento y amor de la doctrina católica.
Hay jóvenes que tienen la equivocada idea de que leer la Biblia es aburrido, porque alguna vez la han abierto, hojeado, y no han entendido nada. Por ello vale la pena crear un espacio en el que puedan reunirse, una vez a la semana, a leer y meditar la Palabra de Dios. Tal vez incluso participar en un curso bíblico. Hay que ayudarles a descubrir cómo la Palabra es, como dice el salmista, “lámpara para sus pasos y luz en su sendero.”
Los jóvenes son muy altruistas, muy entregados a causas justas. Una manera de canalizar su deseo de servir y de ayudar, es organizando un grupo que una vez a la semana realice una labor en favor de los necesitados. Puede ser que visiten un asilo, una casa hogar, un hospital, o hagan labor de repartir comida o cobijas a indigentes en situación de calle, o ayudar a pintar o construir viviendas. Las posibilidades son incontables, pues la Iglesia Católica es la organización que más ayuda da en todo el mundo, sin tomar en cuenta situación social, racial, económica, política, etc.
Poder ayudar en las obras de la Iglesia les hará sentirse contentos de pertenecer a ella, que hace tanto bien, y a la vez los acostumbrará a ejercer la caridad, que es amor que se expresa en obras, bien concreto que se hace a los demás.
Son sólo 5 sugerencias, hay muchísimas otras. ¿Se te ocurren algunas? ¡Te leemos!
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