Cuando éramos chiquitos nos enseñaron que teníamos un Angelito de la Guarda que estaba siempre con nosotros, que nos cuidaba, que se ponía triste si no queríamos comer más sopa, y si no hacíamos la tarea, que se ponía contento cuando nos portábamos bien.
Lo teníamos muy presente, incluso era común que en la pared junto a la cuna hubiera un cuadrito de un ángel que ayuda a un niño y a una niña a cruzar un puente sobre un río turbulento (teológicamente incorrecto, pues no hay ‘dos por uno’ cuando se trata de Ángeles de la Guarda).
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Pero quién sabe por qué cuando nos volvimos adultos nos olvidamos de que el mismo Ángel que nos acompañó durante la infancia ¡continúa a nuestro lado! Tal vez creímos que era un personaje ficticio para motivarnos a ser buenos, pero no es así. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que la existencia de los Ángeles es dogma de fe (ver C.C.E. #328), y que Dios ha asignado a cada persona un Ángel para que le proteja y guíe (ver C.C.E:#336). Toma un momento para revisar cómo es tu relación con tu Ángel de la Guarda. ¿Inexistente?, ¿esporádica?, ¿aprovechada?
Puede ayudarte responder las siguientes preguntas:
Para evaluar tu resultado asigna dos puntos cuando respondiste ‘sí’, un punto cuando respondiste ‘a veces’ y ningún punto cuando respondiste ‘no’.
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Si tu suma es de 7 a 10 puntos ¡felicidades! Se nota que valoras a tu Ángel de la Guarda y le permites hacer lo que fue enviado a hacer: ayudarte y guiarte. Si es de 4 a 6 puntos, ¡ánimo!, vas bien pero puedes mejorar. Pídele a tu Ángel que te ayude a mantener la conciencia y la gratitud por su presencia en tu vida. Y si es de 3 puntos o menos, es hora de que lo dejes de ignorar, y le agradezcas y pidas toda la ayuda que te quiere dar.
Cabe mencionar que últimamente ha surgido un interés en los ángeles, hay cursos de ‘angelología’, charlas, libros, videos, etc. Hay que tener cuidado, porque suelen ser producto de la denominada ‘new age’ o ‘nueva era’, que bajo un disfraz aparentemente cristiano, introduce conceptos completamente opuestos a lo que enseña la Iglesia, como por ejemplo, que puedes averiguar el nombre de tu Ángel para invocarlo (como al genio de la lámpara), cada vez que quieras que te cumpla un capricho. Pero los Ángeles no son mascotas que podemos domesticar, la Iglesia Católica enseña que son “criaturas puramente espirituales, con inteligencia y voluntad, personales e inmortales” (C.C.E #330). Son superiores a nosotros. No debemos pretender manipular a nuestro Ángel de la Guarda, sólo hemos de pedir y aprovechar su ayuda, y sobre todo agradecer a Dios que lo haya asignado a nuestro cuidado.
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