Un texto bíblico muy bello y conocido dice que hay un tiempo para cada cosa (ver Ecle 3, 1-8), pero al parecer lo ignoran (en el sentido de no saber y también de no hacer caso) los comerciantes. Como les interesa vender, adelantan a octubre la ‘temporada navideña’, y así, junto a los siniestros monstruos del nefasto Halloween exhiben al no menos nefasto Santa Claus con sus duendes, renos y demás personajes inventados que sólo sirven para engañar a los niños y distraerlos del verdadero sentido de la Nochebuena.
Con su apresurado calendario, quieren empujarnos a celebrar el Adviento como si fuera Navidad y la Navidad como Adviento.
El Adviento debe vivirse como un tiempo penitencial, de austeridad y reflexión para disponernos a conmemorar la primera venida de Jesús y prepararnos para Su Segunda Venida al final de los tiempos. La Navidad, en la que celebramos el Nacimiento del Niño Dios, debe vivirse como un tiempo gozoso, no sólo al inicio, sino hasta el final.
Resistamos esa presión de celebrarlos al revés.
Por ejemplo, hay quien desde noviembre pone árbol navideño y llena de luces su casa, y quita todo a finales de diciembre, cuando ¡todavía es tiempo de Navidad!
Mejor que espere a encender las luces hasta el 24 de diciembre por la tarde, para expresar así su alegría por el Nacimiento de Aquel que es Luz del mundo y las mantenga durante todo el Tiempo de Navidad.
Otro ejemplo: en las tiendas tocan hasta el cansancio villancicos desde noviembre. No hay que hacer lo mismo en casa. No viene al caso cantar que ‘ha nacido el Niño Dios’ si todavía faltan semanas para Navidad. Hay que esperar a cantar villancicos cuando lo que digan sea cierto. Así se disfrutan más.
En el otro extremo de quien celebra antes de tiempo, está quien deja de celebrar también antes de tiempo, quien cree que el 26 de diciembre terminó la Navidad y es hora de tirar el arbolito y guardar los adornos navideños. Pero debe considerar que la Iglesia celebra Navidad con una octava, es decir, 8 días durante lo cuales es como si el tiempo se detuviera en 25 de diciembre. Es una semana ideal para reunirse y expresar la alegría por el Nacimiento de Jesús. Y como la octava de Navidad forma parte del ‘Tiempo Navideño’, que termina en la fiesta del Bautismo del Señor, que en esta ocasión será el 8 de enero, hay suficientes días para festejar.
No nos dejemos presionar. Celebremos el Adviento como Adviento y la Navidad como Navidad.
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