¿Qué es un ‘examen de conciencia’? Es una revisión que hacemos, generalmente en la noche, para reflexionar cómo está nuestra alma, cómo la afectó, para bien o para mal, lo que vivimos durante la jornada.
San Ignacio de Loyola, a quien la Iglesia celebra cada 31 de julio, daba gran importancia al examen diario, incluso proponía hacerlo varias veces al día (como para hacerle ‘marcaje personal’ a nuestra defecto dominante).
Si quieres hacer un buen examen de conciencia, incluye lo siguiente:
1. Pide ayuda al Espíritu Santo
Antes de hacer el examen, pide al Espíritu Santo que te ilumine, que te ayude a recordar lo que quiera que recuerdes, bueno o malo.
Su ayuda es indispensable, porque sin ella puedes caer en detectar sólo lo que hiciste mal, sentirte culpable, irremediable, darte de chicotazos. En cambio el Espíritu Santo te ayuda a verte con misericordia, como te ve Él, y a mantener la confianza en que con Su gracia puedes superar lo que sea que hayas hecho mal.
2. Haz la revisión con gratitud
Hay quien dedica su examen de conciencia a repasar sólo lo que hizo mal. Es un error. Hay que empezar por lo bueno. Repasa en qué, quién o cuándo, percibiste durante el día el amor, el favor de Dios. En las cosas pequeñitas, cotidianas, y en las cosas más significativas. Este paso es importante para darte cuenta de cuánto te ama Dios, cómo te tiene en la palma de Su mano, y que ello despierte tu gratitud hacia Él y tu deseo de corresponder a Su amor.
3. Examina causas, no sólo síntomas
Repasa en qué no respondiste a la gracia de Dios, en qué hiciste tu voluntad y no la Suya. Pero no te limites a pensar en lo que hiciste, sino reflexiona por qué lo hiciste. Por ejemplo, no basta reconocer que hablaste mal de alguien, sino detectar por qué: tal vez le guardar rencor o te provoca envidia. Esto es lo que tienes que corregir para evitar aquello. Conocer la razón permite sanar de raíz el mal, lo cual eliminará los síntomas.
4. Haz algo en concreto para corregirte
Si detectas que durante el día hiciste algo contrario a la voluntad de Dios, por ejemplo te faltó caridad, pídele perdón. Si la falta fue grave, acude a la Confesión. Pero no te conformes con ello, sino que piensa qué puedes hacer para evitar caer en eso en el futuro, y hazlo. De ese modo el examen realmente detonará un cambio de actitud y no será solamente un ejercicio reflexivo que no lleva a ningún lado.
Para lograrlo, recurre a la intercesión maternal de María, pide a tus santos favoritos que rueguen por ti. Ellos están siempre dispuestos a ayudarte a encaminarte hacia la santidad.
5. Agradécele a Dios
Termina tu examen dando gracias a Dios que te ama a pesar de tus miserias y está siempre dispuesto a comprenderte, a perdonarte, a tenderte la mano.
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