Sobre los santos es común que se escriban historias que contengan uno que otro dato surgido de la fecunda imaginación del biógrafo y no de la realidad. Pero si hubiera un concurso de biografías inventadas, lo ganaría, por mucho, santa María Magdalena.
Sobre ella han escrito autores y guionistas que en lugar de fe y seriedad sólo tienen afán de escandalizar y de vender más libros o películas. Por ejemplo, un patético bestseller en el que se mezclaba astutamente lo real y lo falso, dizque ‘revelaba’ que María Magdalena estaba casada con Jesús y uno de sus hijos se llamaba, ¿cómo creen? ¡‘Judas’!, ¡háganme el favor!), y recientemente un filme hollywoodense la mostraba como líder de los apóstoles, y a la Virgen María como su decrépita seguidora. ¡Increíble disparate y falta de respeto hacia la Madre de Dios!
¿Qué es lo que realmente sabemos de santa María Magdalena? Con certeza, solamente lo que nos revelan los 4 Evangelios, pero eso basta para que descubramos al menos 3 razones para admirarla, amarla y encomendarnos a su intercesión no sólo el 22 de julio, en que celebramos su día, sino toda la vida.
Antes de que exclames: ‘¿quééé?’, ¿¡cómo va a ser eso razón para encomendarnos a ella!?,¡no suena nada recomendable!’, considera que en la Biblia el 7 simboliza plenitud. Que haya estado poseída por 7 demonios significa que Satanás dominaba su vida, que estaba totalmente inmersa en el mal, por lo que cabe deducir que tenía todos los vicios, todos los defectos, pero de todos ellos fue liberada por Jesús.
Hay santos de los que sabemos que cometían cierto pecadillo que se esforzaban por superar (por ejemplo san Agustín, batalló para ser casto; san Jerónimo luchó por dominar su mal genio), pero María Magdalena los cometió ¡todos! Piensa en los tuyos y de seguro le atinas: ¡también cayó en ellos! Así que podemos encomendarnos a ella confiadamente, sabiendo que no se escandalizará, al contrario, nos entenderá y rogará por nosotros para que al igual que ella, nos dejemos liberar por Jesús.
Algo más que cabe hacer notar, es que no dejó que su pasado pecaminoso la traumara y la hiciera sentir acomplejada, ni lo tomó de pretexto para decir ‘no soy digna de estar cerca del Señor’. Es mencionada entre las mujeres que lo servían. Así que puede animarnos a no dejar que nada nos impida seguir a Jesús, como ella, con humildad y amor.
A diferencia de algunos Apóstoles que huyeron despavoridos, María Magdalena se quedó al pie de la cruz, vio de cerca el atroz sufrimiento de Jesús. Y lo escuchó perdonar a Sus enemigos. Lo oyó encomendar a Su Madre al discípulo amado. Lo vio entregar Su Espíritu a Su Padre. Como privilegiada testigo puede interceder por nosotros: que cuando nos toque sufrir, nos recuerde el valor redentor del sufrimiento. Cuando nos llenemos de ira o rencor, nos recuerde que Jesús perdonó. Cuando nos sintamos solos, nos ayude a acercarnos a María y a amarla como ella la amó.
Cuando Jesús resucitó, María Magdalena fue la primera discípula a la que se le apareció. Y cuando le pidió ir a anunciar a los Apóstoles que estaba Vivo, ella no puso peros, no dijo que como había estado endemoniada nadie le creería, no le propuso a Jesús que mejor enviara a alguien más digno. Permitió, feliz y agradecida que la eligiera vocera de la noticia más extraordinaria de toda la historia y fue corriendo a anunciársela, emocionada, a Pedro y a Juan y luego a todos los demás. Por esto Santo Tomás de Aquino la llamó: ‘apóstol de los apóstoles’: la enviada a los enviados.
Pidámosle que interceda por nosotros para que sepamos dar testimonio de nuestra fe, y no pongamos pretextos (que nos da pena, que nos criticarán, que no sabemos cómo), porque este mundo, tan lastimado por la cultura de la muerte, está urgentemente necesitado de testigos que le anuncien, gozosos, a Jesús Resucitado.
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