Cada 29 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael (pero como en este año es en domingo, se da prioridad a la liturgia dominical). Y cada 2 de octubre festeja a los Ángeles Custodios (mejor conocidos como ‘Ángeles de la Guarda’). Aprovechando que estamos en esas fechas, conviene examinar, para evitar, 3 errores que podemos cometer con relación a estos seres angelicales:
Hay quien dice que los ángeles no existen, que son fruto de la imaginación de mentes primitivas que tenían el equivocado concepto de que Dios era tan alto e inalcanzable, que había que inventar intermediarios entre Él y nosotros. Esto es falso.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que los Ángeles existen, son seres personales, espirituales, inteligentes, inmortales, creados por Dios, servidores y mensajeros Suyos, de los que ha dispuesto a lo largo de toda la historia de la humanidad, para comunicarnos Su voluntad, auxiliarnos y protegernos. Su existencia es dogma de fe, es decir, una verdad divinamente revelada que la Iglesia Católica, la única Iglesia que Cristo fundó y a la que envió Su Espíritu Santo para conducirla a la verdad, ha definido. Creerla no depende del gusto o la decisión personal de cada uno. La Iglesia la ha enseñado desde su inicio y, como católicos, estamos llamados a aceptarla. La Biblia habla de los Ángeles como de seres que son enviados por Dios y vistos y escuchados por diversas personas (como Abraham, Lot, Tobías, María, san Pedro).
La Iglesia nos invita a pedir su intercesión en diversos momentos durante la Misa, también en las recomendaciones del alma de los moribundos. Con base en la Sagrada Escritura, afirma que Dios ha asignado a cada persona un Ángel que le asiste, y nos enseña oraciones para encomendarnos a ellos.
Hoy la Nueva Era (New Age) ha puesto de moda la ‘angelología’, y abundan los ‘cursos sobre ángeles’ que prometen enseñarte a descubrir el nombre de tu ángel y convertirlo en una especie de genio de la lámpara que te cumpla cuanto le pidas. Algunos católicos despistados se van con la ‘finta’, asisten a esos cursos y son desorientados.
También pululan los mensajitos en celular que dicen que por ese medio te están enviando ángeles a que caminen por tu hogar, o te piden que por la noche dejes abierta una puerta para que entren ángeles que serán enviados a tu casa (o rateros, los que lleguen primero). Es absurdo pensar que por reenviar un mensajito de celular obtendremos poder sobre estos seres espirituales, y ridículo creer que donde está cerrado no puedan pasar. Es verdad que podemos contar con su ayuda, pero hemos de pedírsela con humildad y respeto, no intentando que cumplan nuestras ocurrencias y caprichos.
Además de caer en el error de creer que los ángeles no existen y en el de querer convertirlos en algo así como bien entrenadas mascotas invisibles, podemos también cometer la equivocación de ignorarlos. Ignorar, en el sentido doble de no saber nada acerca de ellos, y en el de no hacerles caso, no aprovechar Su intercesión y ayuda. Lo primero se remedia consultando lo que el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña acerca de ellos (ver C.E.C. #328-336), y también leyendo lo que a lo largo de los siglos, escribieron sobre los Ángeles, incontables Papas y santos.
Lo segundo se arregla siguiendo el sabio consejo de éstos: nunca olvidar encomendarnos y encomendar a otras personas (por ejemplo familiares, amigos, compañeros de escuela o de trabajo; gente de la que nos enteramos que pasa por alguna difícil situación) a estos amorosos y fieles seres celestiales, dispuestos siempre a socorrernos. Hay una bella oración en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. Ojalá la memoricemos y todos los días la recemos:
Ángel de Dios, que eres mi Custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén.
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