¿Por qué tus amigos son tus amigos? ¿A qué se debe su amistad?
Hice esta pregunta a diversas personas y he aquí algunas de las respuestas que dieron:
‘porque me caen súper bien’; ‘porque tenemos los mismos gustos e intereses’; ‘porque nos la pasamos increíble’; ‘porque siempre están allí cuando los necesito.’
Al parecer, en el fondo de todas las razones está la de obtener algo de los amigos, sea diversión, empatía o ayuda. Al menos entre estas personas, nadie respondió que eligió a sus amigos porque quiere hacer algo por ellos.
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Cabe reflexionar que al parecer en la amistad sucede como en el matrimonio. Mucha gente se casa pensando acerca de su cónyuge: ‘me va a hacer feliz’ (por su atractivo, por lo que sabe hacer, por el dinero que tiene, etc.). Pero si desgraciadamente una vez casados se le acaba eso que le hacía feliz (su atractivo, su dinero, etc.), busca separarse.
Qué diferencia si se hubieran casado pensando: ‘le amo tanto que quiero dedicar mi vida a hacerle feliz (lo que en cristiano significa ayudarle a santificarse cumpliendo la voluntad de Dios, fuente de felicidad), entonces no importa si pierde su atractivo o su dinero, de todos modos es posible hacerle feliz.
Así ocurre también en la amistad. Hay quien se hace amigo de alguien porque la pasa bien y obtiene de esa persona algo que le agrada, divierte, entretiene, consuela, etc. Algunos llegan incluso al extremo de buscar amistades sólo por conveniencia, por ejemplo en la política. Pero si se termina eso que sostenía la amistad (la persona deja de ser agradable o divertida o ya no ocupa un puesto destacado), entonces los amigos que la buscaban solo por eso, la abandonan.
Alguien me comentaba con cierta tristeza que cuando pasó por un período de duelo por el deceso de un ser querido, una de sus amigas, al ver que no quería salir a comer ni a divertirse, no le volvió a hablar nunca más. Su supuesta amistad falló cuando fue puesta a prueba.
Para que una amistad sea sólida y duradera, no puede estar cimentada en el interés de ver qué beneficios se pueden obtener. Todo lo contrario. No hemos de preguntarnos qué pueden hacer nuestros amigos por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por nuestros amigos.
En este sentido, el mejor ejemplo a seguir es Jesús. Él es verdaderamente nuestro mejor Amigo. Podemos aprender de Él a ser verdaderos amigos de los demás. A imitación Suya, consideremos estas 3 cosas que podemos hacer por nuestros amigos:
No nos conformemos con celebrar la amistad solo un día. Celebremos todo el año que tenemos el mejor Amigo que existe; disfrutemos y tomemos como ejemplo Su amistad.
Que nuestra principal intención a hacer amigos no sea la de buscar qué pueden hacer por nosotros, sino qué podemos por ellos, y lo mejor es amarles como el Señor nos ama y ayudarles a alcanzar la santidad.
JMJ
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