AYER: Fui bautizado el 17 de octubre de 1962, apenas con cuatro días de neonato. Y el sacerdote pronunció -como en todo bautismo- una oración preciosa para afirmar que el don y el amor de Dios nos libra del dominio del mal. Esa oración se llama “exorcismo” y no tiene nada qué ver con las truculencias y faramallas propias de películas de terror. Mi fe proclama que soy pertenencia de Dios y que su Espíritu me tiene como templo suyo. Estoy cierto que no me alcanzará la vida -ni muchas más- para comprender y agradecer tanta bondad y misericordia de Dios. Por cierto: ¿sabes en qué día fuiste bautizado? ¡Nuestros mayores lo hacían a la brevedad sabiendo el enorme regalo que Dios nos da!

HOY: Se nos ha hecho costumbre atender lo secundario y pasajero por encima de lo importante y lo bueno, a tal punto que para bautizar a los pequeños nos fijamos más en la fiesta y el ropón, en los recuerdos y los invitados, en la foto y el menú, que en el don inmenso que Dios da a nuestros pequeños y vamos posponiendo el día del bautismo. De una y otra parte (sacerdotes y laicos) descuidamos una preparación más personal y profunda, y nos vamos conformando con la mera instrucción informativa y práctica, con el cumplimiento de requisitos y la conveniencia de horarios… y costos. Quienes aceptan una preparación más seria y en tono de oración y reflexión, terminan agradecidos y renovados en su fe. Me consta.

SIEMPRE: El libro del Génesis nos dice que Dios hizo el mundo en siete días, es decir, en un proceso que no se acaba, en un tiempo que -semana a semana- se va renovando. Y el acto creador de Dios continúa cuando ponemos atención y cuidado en lo que decidimos para bien y hacemos cada vez mejor. Es cierto que para dar cauce al caos basta con no hacer nada, para volver a la jungla y a la barbarie hay más facilidad que para conservar el hogar y el respeto. Renovar los esfuerzos para ampliar y mejorar un periodo de catequesis previa a cualquier sacramento siempre costará trabajo pero vale la pena. Eso nos ayudará a conocer y comprender el gran amor que Dios nos tiene. ¿Sabías que el Papa Francisco quiere que la preparación al matrimonio tenga mayor amplitud en tiempo y reflexión? ¡Sin duda eso favorecerá una bella renovación de la familia!

P. Eduardo Lozano

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