AYER: ¿Cuándo se inventó la rueda? Parece que la mejor respuesta es: ¡hace mucho tiempo! Este invento -como muchos otros- aparecieron sobre la faz de la Tierra como solución a una dificultad específica. Así que la lógica nos lleva a concluir que antes de que hubiera soluciones: ¡hubo problemas! Y más que verles cara de carga difícil y pesada de llevar, a los problemas hemos de enfrentarlos como un desafío a nuestra inteligencia, a la experiencia acumulada, al aprovechamiento racional de los recursos, a la mejor administración de las circunstancias. Hablando en términos de proporcionalidad podríamos decir que a mayor número de problemas, ¡mayor número de soluciones!

HOY: El desarrollo de tecnologías, la variedad de productos, la versatilidad de materias primas, la inagotable imaginación en el diseño y otros factores más, nos han llevado a cancelar/evitar problemas. Paradójicamente, hoy cualquier pequeño es capaz de manejar un aparato sofisticado pero es incapaz de encender bien una fogata o al menos una vela. Lo que antes era tarea cotidiana y doméstica -como matar un pollo y cocerlo en el perol- se ha constituido en un problema dificilísimo de resolver. ¡Han aumentado las soluciones complicadas pero los problemas simples se han hecho también complicados!

SIEMPRE: En la vida de los primeros cristianos aparecieron dificultades y se resolvieron con argumentos prácticos y buena disponibilidad de corazón: el diaconado se estableció para facilitar la tarea de los apóstoles, la Eucaristía se celebraba con júbilo y esperanza sin que pesaran horarios y requisitos. Hemos de valorar la experiencia y la disciplina de los siglos manifestada en tales o cuales reglas, documentos, disposiciones, ¡sí! También deberíamos ahorrarnos discusiones y problemas que surgen de nuestras propias imprudencias y faltas de sentido común, o del afán de un perfeccionismo que nos pone a la par de los fariseos en tiempo de Jesús. Fíjate en lo siguiente: el sentido de una bendición es acercarnos a Dios en serio, la comunión en la mano sigue teniendo como centro alimentarnos de Jesús, hacer una peregrinación es ensayar el camino a la Patria del cielo, el valor de una autoridad está en su capacidad de unir y guiar, y no en su exclusividad y boato. Ojalá pongamos soluciones que sean menos complicadas que los problemas.

P. Eduardo Lozano

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