EL CAMBIO CLIMÁTICO ha provocado afectaciones en este bello planeta desde hace miles de millones de años, pues desde que el mundo es mundo las variaciones térmicas, hídricas, atmosféricas, telúricas y ¡hasta extraterrestres!, no han cesado ni van a parar… SE CALCULA LA EDAD del planeta nada menos que en 4,543 millones de años (meses más, meses menos), y en tan poquito tiempo nuestro amado suelo ha sufrido glaciaciones, inundaciones, terremotos, incendios, y toda clase de impactos de meteoritos (y “meteorotes”) como el que golpeó lo que hoy es Yucatán, hace –nada más- 65 millones de años, dejando como cicatriz el cráter de Chicxulub, y provocando la extinción de los dinosaurios y demás fauna y flora de la época… PERO CUANDO HABLAMOS del cambio actual hemos de poner las barbas a remojar, pues estamos hablando de un cambio provocado por la mano irresponsable del hombre, por el abuso irracional y el deterioro causado por los procesos civilizatorios, tecnológicos e invasivos que nuestra raza ha provocado en los últimos decenios y que tal vez no llegan siquiera a siglo y medio… QUIERO HACER DE CHICLE el concepto y estirarlo para referirme no sólo a lo que ambientalmente ya tenemos a la vista: también los cambios en el clima humano, en las temperaturas sociales, en las inundaciones políticas, en los terremotos psicológicos, en los incendios culturales, en los ciclones de consumo, en las heladas de aislamiento y ensimismamiento de las personas que -¡ay!- ya nos rebasaron por babor y estribor…
NI QUIERO ALARMAR ni quiero banalizar (ambos extremos son igual de perjudiciales) cuando señalo que cambios tan tremendos y situaciones tan riesgosas ya las hemos vivido en repetidas ocasiones y las seguiremos viviendo de una u otra manera; lo que mi intención encierra al tocar estos temas se conecta con lo que Jesús repetía una y otra vez: “estén en vela, porque no saben ni el día ni la hora” (Mt 24,36)… ES CIERTO QUE las palabras apocalípticas de Jesús se refieren a la destrucción del templo de Jerusalén, al fin de los tiempos y a su venida final (si lees el capítulo completo ni te espantes ni te acongojes), pero también se pueden conectar a cualquier eventualidad que nos afecte profundamente como individuos, familia, sociedad o raza humana, como si Jesús mismo estuviera repitiendo aquel dicho de “hombre prevenido vale por dos”… SOLEMOS SER TREMENDISTAS (tú y yo y todos, que nadie diga que no) y con cierta regularidad decimos que no se había visto lo que estamos viendo, que no se había vivido lo que estamos viviendo, que jamás se había oído decir lo que andan diciendo; sin embargo, revisando un poco la historia vemos angustias milenaristas que pusieron en vilo a Europa toda en los siglos IX, X y XI (te recomiendo la película “Visión” del año 2009), o invasiones y destrucciones tan descabelladas como la que enfrentó el Papa León ante Atila y luego ante Genserico en los años 452 y 455, en fin… HOY NOS ESPANTA –y con toda razón- hechos como lo sucedido hace 21 años (¿te acuerdas de las torres gemelas?), o la pandemia que no nos da tregua pues parece que ahí viene ya la siguiente ola o la siguiente pandemia (¡¡¿?!!), y estaremos siempre a las puertas de lo que ni siquiera imaginamos y que nos moverá el tapete, el piso y la tierra toda…
LOS CAMBIOS EN EL “CLIMA humano” seguirán siendo el pan de cada día con guerras inventadas en favor de economías globales, con supuestos atentados que no pasan de ser mero teatro, con montajes políticos –como enemigos ficticios, rifas, inauguraciones, datos alternos- para justificar cualquier tropelía, o con invención de supuestos medicamentos curalotodo: ¡y lo que nos falta ver!… SIN SER EXHAUSTIVO quiero darte sencillos “tips” para hacer frente a cualquier chipi-chipi o ciclón en el ámbito humano y en medio de la vorágine informática que estamos viviendo: 1) no te creas todo lo que aparece en internet a la primera, 2) aplica tu sentido común y tu sentido práctico recordando que no hay loco que trague fuego, 3) aprovecha lo bueno y bello que tienes al alcance de la mano sin ambicionar desaforadamente lo que se oferta en cualquier changarro o tienda departamental, 4) evita a toda costa el desperdicio –de tiempo, de agua, de alimento, de confianza, de descanso-, 5) y vive atento a la voluntad de Dios, pues no sabemos ni el día ni la hora…
Frase:
“Solemos ser tremendistas, y con cierta regulariad decimos que no se había visto lo que estamos viendo ahora”.
*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
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