AYER: Así como los ajos, el maíz o las berenjenas, tantos alimentos entraron en la dieta humana y enriquecieron con sus nutrientes y sus sabores la historia de unos y otros. Bien podemos decir que el cimiento de las grandes civilizaciones no radica sólo en las armas o la tecnología que fueron consolidando, ni sólo en los grandes héroes o sistemas culturales, sino en lo que comían. La primera receta, el primer guiso, el primer cocinero ciertamente nacieron de la necesidad, del ensayo y error, de la prueba repetida, y hasta de la imitación de tales o cuales animales. En la Biblia se narra que cuando Adán y Eva comieron movidos por lo atractivo de aquel fruto y en tono de desobediencia, todo quedó marcado para mal.

HOY: Ya sea en el tianguis del pueblo o en la tienda gourmet de lujo, tenemos acceso a una diversidad tremenda de alimentos para todos los gustos. No sé si en otro campo de la vida humana hayamos logrado tanta variedad y tanto adelanto: me sorprendo y disfruto -sabrosamente- de lo que hemos sido capaces a la hora de comer y de beber. Y como tremendo contraste, también constato que nunca como hoy le hemos metido al estómago los anti-alimentos más grotescos. Como si el mal ejemplo del Edén no hubiera sido suficiente para evitar lo que en apariencia es agradable pero no deja de ser veneno. Y es necesario decir que tales “chatarras” se han multiplicado por la voracidad, no por el hambre.

SIEMPRE: En familia aprendí a dar gracias a Dios por los alimentos, y la oración siempre incluía una petición por quienes no tenían lo suficiente. De algún modo entendí que la bendición de la mesa incluía un compromiso por compartir, pero nunca fue evidente que la bendición también implicaba comer sanamente, con equilibrio y medida. Ya con los años, me gustaría incluir en el Decálogo y a la par del “no matarás” o “no mentirás”, un onceavo o doceavo mandamiento que dijera: Te alimentarás saludablemente. Creo que si como humanidad comiéramos “en obediencia”, volveríamos a ocupar nuestro lugar en el Paraíso. ¿O no?

Mpas artículos del autor: Respaldo y apoyo al Papa

P. Eduardo Lozano

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