AYER: Las primeras comunidades cristianas estaban lejos de imaginar el futuro de lo que vivían con tanta entrega y emoción. Su día a día estaba marcado por enorme compromiso e intenso participación. Ni catedrales, ni procesiones, ni un extenso santoral o multitud de normas y tradiciones que se han acumulado con los siglos, entraban en su horizonte. Vivían un sabroso e intenso presente. El peso y cercanía de la predicación apostólica les impulsaba a mantener alta la cabeza y firme el corazón. Acaso una expectativa gozosa, y no más, les incendiaba el corazón y lo expresaban diciendo: ¡Maran athá!, ¡Ven, Señor!
HOY: Hemos construido las cosas que pedimos tales documentos y este o aquel curso para la celebración del sacramento; nos esmeramos preparando la fiesta parroquial con kermesse, adornos y liturgias rimbombantes; en planes y sistemas de pastoral invertimos horas, días, documentos, esquemas que nos parecen interminables; y en eso de jerarquías y dignidades no solo clérigos, también los laicos se ven contagiados de una nomenclatura y catalogación más propios de burocracia que de evangelio. Así somos: muy humanos.
SIEMPRE: Tiempos y circunstancias son diversos pero el espíritu ha de mantenerse el mismo. No podemos quedarnos anclados añorando el pasado y repitiendo –anquilosados- lo que otro tiempo fue. Sanamente hemos de asumir tecnologías, métodos y facilidades actuales sin perder de vista lo esencial, es decir, la construcción una comunidad de fe, signo y presencia del Reino de Dios, una familia amplia que no se limite a vínculos de sangre ni a simpatías socio-culturales. Si dejamos paso libre a la masificación perderemos la dulzura del encuentro humano. Si miramos con cuidado, Jesús atendía a las multitudes, pero reservaba tiempo y espacio para su círculo más cercano. Ojalá unos y otros logremos un equilibrio entre fe cálida y estructura humana, de modo que no nos coma lo funcional ni nos desarme lo meramente emotivo y superficial. El calor de lo primitivo y la oportunidad de lo actual.
Amar a los pobres es confesar la fe en el Dios que se inclinó hasta…
La Morenita del Tepeyac recibió a sus hijos para rezar, ante su presencia, el Rosario…
La exhortación apostólica reciente nos traerá enseñanza milenaria, la voz del Papa en esas páginas…
Mons. Francisco Javier Acero, obispo de la Arquidiócesis de México, llamó a un cambio de…
“Señor de la vida, bendice esta agua: que despierte nuestros corazones, purifique nuestra indiferencia, calme…
Los 3 son documentos emitidos por el Sumo Pontífice, pero tienen fines distintos. Aquí la…