FUE EN EL AÑO 325 (hace ya 1,700 años y todavía me acuerdo) que del 20 de mayo al 25 de julio se realizó el Concilio de Nicea, donde participaron más de trescientos obispos de un total de mil ochocientos (aproximadamente) que entonces había; estaba fresco el recuerdo de las atroces persecuciones que sufrieron los cristianos, pero la paz que el Imperio romano buscaba facilitó y alentó tal reunión… FUERON TIEMPOS SEMEJANTES a los que la humanidad ha vivido siempre, es decir, difíciles e imprevistos, pues desde que el mundo es mundo y el hombre es hombre, no estamos exentos de lo que teológicamente llamamos “pecado” y que –dicho rápido y fácil- no es otra cosa que buscar nuestros propios caminos egoístas, ignorando y hasta despreciando los bondadosos caminos de Dios… EL CONCILIO DE NICEA fue una reunión con pocos precedentes y con expectativas enormes, pues el cristianismo había avanzado por veredas expuestas a novedades filosóficas, políticas, éticas y teológicas que necesitaban una mayor formalidad: no era suficiente creer y crecer, hacía falta consolidar el dato de fe y crecer con mayor orden y armonía; por eso el Concilio fue una gran bendición… NO TENEMOS DATOS ni tan abundantes ni tan precisos sobre tal acontecimiento, pero lo que aportó a la fe y a la disciplina siguen con su peso específico y su valor histórico, es decir: hay puntos que se establecieron para siempre, y otros que fueron respuesta a la circunstancia histórica que se vivía, y que también dejaron huella, sin duda… ECHO A VOLAR MI IMAGINACIÓN para constatar los diálogos, los debates, las charlas de pasillo, también los consensos y hasta las intrigas que tuvieron que suceder para aclarar, profundizar, acaso ampliar y definir el centro de nuestra fe; ¡ojo!, no es que ahí se haya “inventado” qué doctrina o modo de proceder, ni que haya habido un mero movimiento político que hacía falta, no… ANTE TODO Y POR ENCIMA de nuestros torcidos renglones, Dios sabe escribir muy derechito, y con ese dato de fondo te diré que el presbítero Arrio se había dedicado a afirmar que Jesucristo era el Hijo de Dios pero que su naturaleza no era idéntica a la del Padre, y que había tenido un origen en el tiempo; dicho en palabras llaneras, dejaba a Jesucristo como un “dios de segunda”, a semejanza de lo que afirmaban los antiguos griegos… POR SUPUESTO QUE sus afirmaciones y argumentos tenían tales o cuales razonamientos que los hacían atractivos, y tanto, que por todo el Mediterráneo ya se habían difundido sus enseñanzas causando división y confusión, pero que se apartaban de la verdad profesada y reconocida desde tiempo de los Apóstoles, así que la tarea para todos los obispos no era fácil y era necesaria una definición clara y contundente… DOMINGO A DOMINGO repetimos con todo gusto y mayor fe, que Jesucristo es Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre; pues tales afirmaciones se establecieron en aquella reunión para que cesaran y quedaran atrás toda clase de conjeturas, suposiciones, interpretaciones y elucubraciones posibles… SI LO DICHO HASTA AQUÍ ya te basta para ver la importancia y grandeza del Concilio de Nicea -¡bien!- he logrado la mitad de mi objetivo; la otra mitad será más fácil y consiste en valorar y agradecer la presencia del Papa León XIV (sea como fuere tal presencia) en los acontecimientos que tengan lugar con motivo del secular aniversario (nada más decir el número me estremece hasta la sangre): sus palabras llegarán con el peso histórico de la fe y con la dulzura teológica que hoy necesitamos… A ESTAS FECHAS NO SÉ cuándo se haga una edición especial de esta publicación teniendo como centro el Concilio de Nicea, pero ya se me antoja ver una cobertura amplia, seria, profunda, tanto de aquel acontecimiento, como de los festejos y celebraciones que ya han iniciado a nivel académico (teológico), a nivel celebrativo (litúrgico) y a nivel pastoral, de modo que al recitar el Credo nos vuelva a saber a gloria, la gloria que se debe a Jesucristo, Hijo Único del Padre, ¡Amén!…

P. Eduardo Lozano

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