A PUNTO DE LLEGAR la Navidad es obligado abordar tal tema, y lo hago como si de un álbum fotográfico familiar se tratara, advirtiendo que no son fotografías ordinarias en donde solemos posar para salir bien formaditos, peinados y en orden, con sonrisa en rostro; tampoco son fotografías de reportero gráfico que cuida el encuadre, que busca el momento preciso del evento o el gesto inesperado del personaje para luego presumirla como única y súper especial… NO QUIERO DETENERME en la que podría calificarse de “foto oficial”, donde el conjunto de personajes se parece -casi igualito- al nacimiento que sueles colocar en tu casa; esa imagen ya ni la describo, es suficiente que traigas a la memoria -sin más- lo que has visto tantas veces: el portal, José y María junto a Jesús en el pesebre, el burro y el buey, acaso los Magos de Oriente, algún pastorcillo y párale de contar… EN TODAS LAS FOTOS del álbum que aquí describo, aparece el personaje central -Jesús- aunque no lo notes a primera vista, como que le gusta esconderse para que lo busques con más ahínco, como que quisiera pasar desapercibido con el objetivo de ennoblecer a cada fotografiado, por eso debes abrir no solo los ojos del cuerpo -¡también el corazón!- para apreciar la razón y valor de cada personaje… EL PRIMERO EN EL ÁLBUM es José, no por principal sino como primer escalón, como eslabón indispensable en la genealogía de Jesús, que será llamado “Hijo de David” por el hecho de que José pertenecía a tal linaje; su fotografía sale fuera de foco a todo propósito, como anticipo de que ningún evangelista nos referirá alguna palabra suya, como para prepararnos a verlo o en segundo plano, o de plano casi ausente, pues luego del episodio de “El Niño perdido y hallado en el Templo” no sabremos más de él… ADEMÁS DE SALIR desenfocada, la foto de José sale movida, consecuencia de que “siendo justo y no queriendo ponerla en evidencia” se agita, se mueve y se inquieta hasta que Dios lo pone a dormir (tal como le sucedió a Adán en el Edén), para que -dejado aparte el trajín humano- acepte la voluntad divina que se abre paso en sus ideales más auténticos y profundos (el evangelista habló de sueños)… LA SEGUNDA EN APARECER es María y en tres tomas; si ordinariamente la conocemos en fotografías llamadas “de estudio” (luces artificiosas, maquillaje cuidado, fondo estático y estético), aquí sale primero con cara de interrogación (“¿cómo será esto?”, preguntó al ángel), luego con ojos de asombro (las palabras de Gabriel no son terrenales), y finalmente con rostro desmaquillado, sin mancha ni arruga (muy propio de ella), con deliciosa sonrisa de aceptación y plenitud (es decir, de obediencia a Dios) y pronunciando las mejores palabras que se han dicho jamás: “Soy la servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra”… DESPUÉS DE TOMARSE la fotografía, María hizo maleta breve (ahí metió unos ungüentos adecuados para puérperas) y tomó el camino a la montañas de Judea, para ir a servir (lo dicho: servidora del Señor ¡en sus semejantes!); hay un par de fotos de esos días en Judea pero por brevedad las comentaré en otra ocasión (mientras dile “bendita” a ella y “bendito” al fruto de su vientre”)… LA TERCERA FOTO de este álbum es de varios señores y sus séquitos (unos muy lujosos y otros medio andrajosos pero todos sabios) que por razones de concordancias con los regalos que llevaban, siempre hemos dicho que era tres y les hemos puesto nombres tan elegantes como los dones que ofrecieron: oro, incienso y mirra; no te los presento por su nombre con la intención de que les prestes el tuyo (y te hagas como ellos)… RÁPIDO TE MUESTRO una foto tipo “selfie” (de arriba hacia abajo, y yo mismo incluido entre el grupo) que en realidad fue capturada con exceso de luz, como con el clásico “flashazo” de aquellos años: son los pastores que están oyendo lo se sigue repitiendo en latín: ¡Gloria in excelsis Deo!, y que así de rápido irán a ver una Luz más intensa y nada enceguecedora, envuelta en pañales… MÁS RÁPIDO AÚN, te pongo delante la fotografía de dos que no tendrían mérito humano para meterlos en el álbum, pero siempre aparecen como con la intención de no olvidar que forman parte de nuestra humanidad: el burro que aparentemente no hace nada y el buey que ya está hecho como debió ser (pues sí, es buey)… ESTE ÁLBUM FAMILIAR se ha hecho grande y no he dicho algo -directamente y con todo propósito- sobre el Festejado, pero te advertí que le gusta esconderse y has de descubrirlo en cada uno de los reseñados: tómalo como tarea y en esta Navidad descubre el rostro y los rastros de Jesús en cada figura del nacimiento, hasta que llegues a descubrirlo -también- en los que te rodean…

P. Eduardo Lozano

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