AYER: El relato del primer homicidio en el libro del Génesis retrata sin par a tantos que le han sucedido: sin derecho alguno que pueda justificarse se priva de la vida a un igual. Es claro que Abel no cometió crimen ni ofensa; tan claro como que Caín generó odio por haber interpretado como abierto rechazo a su ofrenda, lo que no era sino libre preferencia por la de su hermano. Sin una valoración positiva de lo propio, terminó por ver como afrenta la bondad y aceptación de lo ajeno. Su envidia lo empujó -casi en automático- al homicidio. Abel murió sin culpa. Caín vivió con pena inmensa. La pregunta de Dios no deja de ser actual: “¿Dónde está tu hermano?”

HOY: Las tremendas noticias que llegaron desde Taxco durante la Semana Mayor nos dejan con el aliento suspendido; los detalles inenarrables nos distraen de tantos sucesos lamentables a lo largo y ancho de nuestra patria y el mundo: Caín sigue levantando la mano contra Abel. Y aunque la ley humana justifique llamando “pena de muerte”, no caben excepciones ante lo que viene a contradecir el mandamiento universal -finalmente divino- que dicta con toda claridad: “No matarás”. El anonimato de un linchamiento solo esconde de lo público (y muy mal) lo que en privado seguirá siendo perpetua condena que ninguna conciencia -aunque deformada- silenciará porque en ella se refleja -de un modo u otro- la voz de Dios.

SIEMPRE: Los vericuetos de todo homicidio jamás se quedan en lo privado e individual. Son reflejo de una sociedad o de una familia en donde falta el crecimiento en valores y principios, en respeto y justicia, en vínculos y solidaridad, hasta en falta de lo que se llama “estado de derecho”. Por donde le busquemos nos toparemos con una misma realidad: matar a quien sea es fratricidio. Y no nos escondamos alegando que ni el apellido compartimos o que acaso hasta tenemos patria y raza distinta, pues el hecho de compartir humanidad nos fraterniza por encima de leyes humanas o circunstancias históricas. Cristo resucitado dijo a Tomás: Trae acá tu mano y métela en mi costado. Son palabras que ayudan a ver la cercanía fraterna con todo hombre, que aunque no esté al alcance de mi mano, es mi hermano.

P. Eduardo Lozano

Compartir
Publicado por
P. Eduardo Lozano
Etiquetas: asesinato en taxco

Entradas recientes

Sagrado Corazón de Jesús: la basílica donde se originó la devoción

Uno de los templos más significativos del mundo es la Basílica del Sagrado Corazón de…

3 horas hace

¿Qué significa ser un buen católico hoy? El cardenal Aguiar explica por qué no es suficiente ir a Misa

En entrevista con Desde la fe, el cardenal Carlos Aguiar Retes comparte su experiencia tras…

3 horas hace

¿Qué es el Sacramento de la Confirmación?

La Confirmación es un sacramento clave en la iniciación cristiana que fortalece la conexión con…

18 horas hace

“Santo Padre, México lo espera”: El Cardenal Aguiar invita al Papa León XIV

El Cardenal Carlos Aguiar Retes invitó al Papa León XIV a visitar México, tras participar…

18 horas hace

¿Qué hace la Arquidiócesis de México para que la Iglesia sea un espacio seguro para los menores?

La Arquidiócesis de México ha realizado una gran labor para que sus iglesias sean espacios…

18 horas hace

¿Decidir quién merece nacer?

La ciencia ya ha demostrado que la vida humana comienza desde la concepción, con un…

19 horas hace

Esta web usa cookies.