A DOS DÍAS DE LLEGAR a la Nochebuena y la Navidad es gratamente obligado referirnos a momento tan familiar y divino, tan ordinario y especial, tan importante y central en toda familia; y no estoy hablando sólo del Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, sino al nacimiento de cualquier hijo de vecino, ¡sí!, aunque se oiga inapropiado, aunque parezca despectivo, aunque no te importe la vida de tu vecino, pues finalmente todos somos -en nuestro origen- lo mismo…
CADA HIJO DE CADA FAMILIA llega a este mundo en medio de las circunstancias más dispares, pero con la misma dignidad; cada hijo de Fulano y Zutana viene con los mismos derechos independientemente de haber nacido en un palacio o en una pocilga; cada nueva criatura -sin importar su raza, su salud o su entorno- está llamado a ser como Jesús, el Primogénito, pues el amor de Dios, por ser de Dios, es infinito…
VEO Y ENTIENDO que las celebraciones navideñas se dejan fascinar por lo visible y pasajero (adornos, liturgia, regalos, fiestas, foquitos, apapachos, felicitaciones, aguinaldos, piñatas, y un “etecé” muy largo), por eso insisto en acercarnos con respeto y despacito, en silencio y de puntitas, a lo que sigue siendo invisible y perenne, a lo fundamental e inagotable, a la fuente de verdad y luz que es la concepción y nacimiento de todo -TODO- ser humano…
¿ACASO ALGUIEN imaginaba que en lo discreto y sencillo, en lo riesgoso y crítico, en lo perdido y rutinario de aquel nacimiento en las afueras de Belén se nos presentaría el Hijo de Dios?; ¿acaso alguien sospecha que en el nacimiento de cualquier hijo de vecino se nos sigue mostrando el infinito amor de Dios que nos da la vida, que nos llena de esperanza, que nos levanta de tantas caídas, que nos aleja de nuestros terribles errores?…
CELEBRAR A JESÚS -nacido para nuestra salvación- nos debe llevar a celebrar cada nacimiento, todo nacimiento, siempre el nacimiento de un nuevo ser humano; quienes afirman que ya somos muchos en este mundo, tal vez están afirmando que ellos mismos ya son un estorbo; quienes sostienen que cada concebido debe ser planeado y esperado debidamente, tal vez ya ni planean y ni esperan alegría alguna; quienes tienen miedo de dar la vida -¡oh, nunca he dicho verdad más grande!-: ¡tienen miedo de dar la vida!…
EL TONTOTE DE HERODES, gobernante en turno y muy pagado de sí mismo, cuyas absurdas fantasías lo llevaban como a tontos otros -¡perdón!, quise decir: como a “tantos otros”- a autocalificarse como el único y mejor, solo vio en Aquel Infante a su enemigo número uno y ya conocemos las consecuencias: siguió cometiendo tremendas y sanguinarias tonterías…
LA CERCANÍA DE LOS PASTORES -por el contrario- les impulsó a ofrecer -naturalmente- el alimento y cobijo, la calidez y alegría de quienes se sienten bendecidos incluso con la buena ventura de los extraños; para la gente simple y llana (¡nada qué ver con acarreados!) la felicidad de aquellos padres con su recién nacido también era responsabilidad que se hacían propia… EL HALLAZGO DE LOS SABIOS venidos de Oriente, más allá de ser especulación cósmica o coincidencia sideral, era la constatación de que nuevos tiempos llegaban con Aquel Niño en brazos de su Madre (¿dónde andas, José?, ¡oh si, ya te vi, pero ni ruido haces!), y al ofrecer sus dones no hacen sino aterrizar toda su sabiduría y experiencia en aquel Crío recién parido…
TENGO LA TOTAL seguridad de que nuestra patria y nuestro mundo seguirán adelante y bien aunque los Herodes tontactuales (¡hey!, ¿qué palabreja es esa???, -¡perdón!, quise decir: actuales y tontos-) se esmeren en aprobar leyes dirigidas a destruir la vida y la familia, o en canalizar políticas que ofendan y denigren la dignidad humana; lamentablemente seguirán actuando hasta mancharse de sangre manos y conciencia…
ALBERGO LA TOTAL confianza de que la cercanía y calidez que necesita todo ser humano (recién parido o próximo a partir) será abastecida por modernos y perennes pastores y campesinos, obreros y gente de a pie, fulanitos y zutanitas de toda clase y condición, que saben poner el hombro solidario, que conocen la necesidad propia y por eso buscan remediar la ajena, que han probado el dolor y acuden a sanarlo en quien sufre, sea-quien-sea…
ME AMARRO A LA TOTAL certeza de que seguirán llegando desde lejos los Santos Reyes, los Magos de Oriente, los Sabios que buscan la Luz de la Verdad, los que tienen su corazón abierto a la salvación de Dios; y vendrán “trayendo ofrendas en sus manos, ofrendas para el Rey del Cielo” (Tb 13, 11), pues los que en verdad buscan a Dios, jamás se cierran a lo verdaderamente humano…
SI NO QUIERES escuchar ni leer la tontería más ridícula que se haya escrito en toda la historia mundial, por favor no sigas leyendo y pasa rápido a otra sección de este semanario (3… 2… 1…); y como ya tu tiempo se acabó pues aquí va: en esta ocasión, y visualizando el nacimiento de barro que puse en mi casa, le pediré al Niño Jesús que me permita estar unos instantes en su lugar, entre las pajas, los suficientes para agradecer y sonreír a María y a José, a los pastores y reyes, y a tanta gente que me acepta y me quiere, que me apoya y anima, que me perdona y enseña; con todos ustedes cerca, ya no me espantan los herodillos tontuelos que por ahí pululan…
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