ANDO CON LAS GANAS enormes de organizar una fiesta a-todo-lo-que-da, o sea, una fiesta en serio, como si ya fuera a ser el fin del mundo o “como Dios manda”, que así solemos decir cuando más bien queremos mandar nosotros (y conste que el tercer mandamiento justamente dice: “Santificarás las fiestas”); nada más que luego-luego que lo comenté comenzaron a surgir algunas sugerencias, opiniones y quejas venidas de varios frentes…
“PUES YA NO SE PUEDE porque va a comenzar la Cuaresma”: así fue la primera y más rápida respuesta que me dieron y no digo quién fue porque no lo van a bajar de mocho, de amargado, de escrupuloso, de tradicionalista, de falsario, de hipócrita, de sepulcro blanqueado, de gazmoño y de otras “linduras” que Usted –amable lector- pueda añadir; y, en efecto, lo que se diga para aumento de lo ya señalado, será cierto…
“CON ESTE CALORÓN, lo mejor será que te prevengas con una buena dotación de ‘serpientes bien elásticas’, -¡¿o no?!-”, así me comentó un amigo de hace muchos años, que desde la “prepa” utiliza tal modismo para disfrazar su gusto por refrescarse con exquisiteces frías derivadas de la cebada; y tampoco digo quién fue porque Usted –querido lector- ya lo andaría buscando para preguntarle sobre mejores marcas y suculentos maridajes…
“¡PERO SI TODAVÍA no es tu cumpleaños!”; ¡exacto!, eso fue lo que me dijo alguien que me conoce muy bien en cuestión de números y fechas, pero que no me conoce lo que es “nada” en cuestión de jolgorios y pachanga; tampoco diré quién fue porque ya vería que Usted –atento lector- andaría investigando con la tal personita mis datos de aniversario para congraciarse con este servidor queriendo caerme bien: ¡cáigame bien siempre y entonces no se espere a mi cumpleaños!…
“SI YA ESTÁS PENSANDO en una gran fiesta pues calcúlale bien porque las cosas no están como para desperdiciar y andar gastando a lo loco”; esta última opinión nació de un corazón esclerótico, mentecato y gurruñado, y tampoco diré quién me la dijo porque ya veo que Usted –pichicato lector- se asocia con la tal personita para seguir amargando la vida ajena y ver quién es más aguafiestas o a quién puede atafagar a más no poder…
TENGO MUY CLARO en mi cabeza que una fiesta bien hecha no consiste en tanta bebedera y comedera con su respectivo ruido intolerable (en eso los salones de fiesta son expertos) -¡no!-; y vuelvo a insistir que la esencia de la fiesta es un “encuentro agradecido”, es “regocijo compartido”, es “re-creación disfrutable”; y si le busco más complicado diré que la fiesta es “comunión con la trascendencia”, es “abstracción de lo efímero”, algo así como “superación de lo caduco”; y si preguntan que de cuál fumé, hasta les diré que toda auténtica fiesta es “un adelanto de la eternidad”, o también es “un anticipo del Reino de Dios”…
“PERO SI NO HABRÁ ni comida ni bebida, pues será fiesta sólo para estarse mirando”: así me respondió otro amigo mientras se estaba empacando una hamburguesa tamaño caguama, y tampoco le diré a Usted –antojado lector- quién me lo dijo porque ya casi es Cuaresma…
ME LLENO DE EMOCIÓN cuando leo en la Biblia que los antiguos israelitas hacían fiesta en tales o cuales fechas (revisa el capítulo 23 del libro del Levítico), y una constante era dejar el trabajo a un lado (¡necesario, si!, ¡tanto como el descanso!); y me regocijo cuando Jesús habla del Reino de los cielos como un banquete de bodas, como una fiesta en donde todos son invitados; y más todavía: en el evangelio según san Juan, Jesús inicia su vida pública y realiza el primer signo-milagro en ¡una fiesta! (Jn 2, 1-11)…
LAMENTO MUCHO que los curas hemos influido para que la Misa dominical sea más una pesada obligación, que una Fiesta con Jesús; ¡y cómo me gustaría ver que las viejitas que “cumplen con el precepto dominical” salieran con rostro jubiloso y con más ganas de sonreír!; pero luego de una homilía incomprensible, y de los regaños y avisos de siempre, luego de celebrar la Santa Misa casi a contra-reloj, pues no, eso ni parece fiesta ni dan ganas de hacer otra fiesta en casa…
QUIERO INVITARLE a Usted –festivo lector- a que santifique sus domingos con el descanso, a que ilumine su vida con la Eucaristía dominical, a que haga fiesta (encuentro agradecido) con los hijos, a que organice una fiesta (regocijo compartido) con los vecinos, a que realice su trabajo como una fiesta (adelanto de la eternidad), a que adelante el Reino de Dios en la fiesta de la vida: aunque estemos en Cuaresma…
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