SE ME ESTÁ HACIENDO costumbre que antes de salir de viaje, inconscientemente me monto en escenario dramático y me planteo preguntas casi casi hamletianas: ¿y si no regreso a casa?, ¿y si me quedo en el camino?, ¿y si al volver ya no encuentro lo que dejé?, ¿y si de mí no queda nada???…

NO TENGO DUDA que me urge un psiquiatra pero no por estas cuestiones -que todavía no se hacen extremas ni paralizantes- sino por otras, y al igual que todo hijo de Eva estoy expuesto a toda enfermedad, calamidad, imprudencia, vandalismo, descuido, y hasta catástrofe inevitable…

AL HACER MALETA y comprar el boleto de viaje vuelve a mi mente un adjetivo que por su mismo significado nos incluye –sustantivizándonos- a unos y otros, a los que viajamos y a los que nos quedamos en casa, a sedentarios y nómadas por igual: pa-sa-je-ro…

HOY ES DOMINGO de Pentecostés y hago referencia a la presencia del Espíritu Santo porque Jesucristo lo envió como “parákletos”, es decir, como abogado, intercesor, consolador, como acompañante en el camino que recorremos, cuya asistencia -¡esencial!- nos fortalece, nos ilumina, nos levanta, nos orienta, nos consuela, ¡nos hace hijos de Dios!…

POR TAL MOTIVO, cuando emprendo el viaje a donde sea (en la semana viajé a Taxco por causas que me llenan el corazón) lo hago como ensayo y concretización del viaje que todos iniciamos al nacer y que debemos concluir del mejor modo; así que la maleta resulta más pequeña, la despedida más breve, el trayecto menos pesado y el destino felizmente agradable…

QUIERO SUBRAYAR que hace once años el calendario civil y religioso coincidían: domingo 23 de mayo, solemnidad de Pentecostés; fue fecha en que María del Socorro Juárez (mi madre) concluía su paso pasajero en este mundo, llovió como Dios quiso, agradecimos a Dios por su voluntad amorosa, y la acción del Espíritu Santo nos fortaleció como siempre…

CON MI MADRE VIVÍ -muy directa y personalmente- una preparación remota y hermosa para la conclusión de su viaje, y te la platico en tres partes con afán de presumir: un buen día le llevé flores y le dije: “Se las traigo ahora que las ve, porque cuando ya esté muerta no verá nada”; palabra mías medio brutas por intempestivas, que dichas de sopetón de plano caen mal…

SU RESPUESTA FUE rápida y defensiva, apenas me dio tiempo de darme cuenta que no fui sensato: “¿Por qué me dices eso?, ¿acaso ya quieres que me muera?, si me vas a recordar eso, mejor no me traigas flores”; ¡por supuesto que fui imprudente y falto de tacto!, quise abonar a un tema importante y sólo provoqué incomodidad (y debo decirte que la escena se repitió como un mes después -¡bruto de mí-)…

PASARON OTRAS TRES o cuatro semana y volví con mis flores y con el firme propósito de no decir absolutamente nada en torno a la muerte, a sabiendas de la respuesta que mi madre ya había repetido ¡y me quedé callado!; luego de unos segundos de silencio, fue ella quien abordó el tema diciendo: “¿Sabes qué?, estuve pensando lo que me dijiste y tienes razón, por eso ya le dije a tus hermanos que me traigan flores ahora que las veo, porque muerta ya no veré nada: sigue trayendo flores, tú sabes que me gustan mucho”…

COMO SI UNA MEDICINA hubiera actuado a largo plazo, la reflexión que hizo mi madre funcionó de maravilla a partir de entonces y cuando las flores, o el amanecer, o un plato de pozole, o un viaje a nuevos lugares, o una bella melodía llegaban a sus sentidos, ella buscaba aprovechar, disfrutar y agradecer a Dios por el bello don de la vida y todos sus contenidos…

NO TENGO DUDA: seguiré viajando; pero cada viaje quiero disfrutarlo como realidad actual (el viaje a Taxco resultó bello) y como signo del viaje que me ha ocupado durante toda la vida, cuyo destino está marcado por la Providencia Divina; cada viaje será un ensayo a dejar todo atrás -¡hasta la maleta de mi propio cuerpo!- para ir en pos del Único Valioso y Verdadero, para seguir impulsado y acompañado por el Espíritu Santo, Viático Imprescindible en el camino de este mundo para poder llegar a la eternidad…

TE COMPARTO QUE el sábado 5 de junio realizaremos la actividad que llamamos “Noche Santa”, de las 19 a las 22 hrs.; te podrás integrar a través de la plataforma Zoom, y si quieres participar en vivo y a todo color (con las debidas precauciones) te esperaremos en la Parroquia de San Simón Tolnáhuac…

 

P. Eduardo Lozano

Entradas recientes

¿Se puede ser feminista y católica? 4 pensadoras que combinan la fe y la lucha por la igualdad

El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…

13 horas hace

Evangelio y lecturas de la Misa del II Domingo de Adviento 2024

“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…

19 horas hace

La salvación y el Año Jubilar 2025

El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…

20 horas hace

Historia del aborto: de Margaret Sanger al feminismo contemporáneo

Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…

1 día hace

Para servirle

‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…

2 días hace

Exposición en féretro y sin 3 ataúdes: Vaticano aprueba nuevas reglas para los funerales papales

El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…

2 días hace

Esta web usa cookies.