Ángelus Dominical

Angelus dominical: no facilitemos el trabajo

JUSTO HOY DOMINGO 1 de noviembre -2019- tendría yo multitud de temas para abordar y no por ser efeméride especial, ni por obligación, ni por línea establecida por el consejo editorial de este semanario; la simple razón del ingente número de temas radica en que así es la realidad: plural como ella sola…

CELEBRO CON TODO el corazón que el Papa Francisco es garantía de nuestra fe y que es heredero de una vocación especial, la que Jesucristo dio a Pedro, el intempestivo, el temerario, el aventado, el valentón, ¡el que lo negó!, y al que confirmó a la cabeza de su rebaño: “¡Apacienta mis corderos!, ¡pastorea mis ovejas!” (Jn 21, 15)…

LAMENTO MUCHO que hay quienes pretenden hacer de su vida y su entorno un “jálogüin” permanente y doquier ven monstruos y fantasmas, que andan buscando demonios y brujas para atizar su hoguera justiciera y que no se desenmascare como fuego fatuo; sí, lamento que haya quienes prefieran ser plañideras de oficio y se olviden de ser mensajeros de buenas nuevas…

TAMBIÉN CELEBRO que –además de los bautizados- hay tantos hombres y mujeres que se lanzan a ideales y se parten el lomo por servir bien y en serio a los demás, ya sea en el nombre de Alá, o de Buda, o por simple y llana filantropía, que a fin de cuentas cuando se hace bien el bien, pues queda todo BIEN; pero cuando se hace “bien” el mal, quedamos totalmente píor…

TAMBIÉN LAMENTO que no se acaban los que se hacen de la vista gorda y utilizan doble rasero para sus juicios (¡épale!, creo que hasta yo mismo salgo raspado); lamento que vagan por ahí los que se visten con piel de oveja (¡újule!, espero que no me pise yo mismo los callos) y siguen siendo lo que siempre les ha gustado ser y que popularizó Thomas Hobbes en palabras latinas y suena así: Homo homini lupus (el hombre es el lobo del hombre)…

RÁPIDO MIRO otras páginas de esta publicación y en ellas lucen las fotografías de nuestro querido director –Javier Rodríguez- presentando al Papa ejemplares de esta revista; yo me siento incluido en esa foto y junto conmigo también veo a todos los lectores, tanto asiduos como ocasionales, así los de lujo como los de extralujo; en esa “foto de entrega” también siento incluidos a los que iniciaron esta publicación semanal arquidiocesana (¡tenía otro nombre!), a los que la respaldaron y la hicieron crecer (¡contra viento y marea!), a los que leyeron y ya no están aquí: en realidad, Desde la fe no son sólo 32 páginas, sino toda una familia con abuelos y bisabuelos incluidos…

TAMBIÉN FUI RÁPIDO a ver la película “Inesperado” (a todo propósito así escrito) pues la trama se ocupa de m-u-ch-o-s hechos y personas que terminan por asombrarnos, y es que hay tantas cosas que organizamos y planeamos para que salgan y salen bien, pero suceden qué y cuántas cosas imprevistas e incalculadas ¡y que resultan mejor!…

NO ESTOY DICIENDO que le apuestes a locas aventuras o a intrepideces absurdas; más bien te invito a que no te cierres a nuevas y esplendorosas luces que no tienen origen en uno mismo: ¡por ahí ha de andar la mano de Dios!; te animo a que lances tu mirada a profundidad y no te quedes en lo inmediato del celofán; te exhorto para que tu atrevimiento se tope con la voluntad salvadora de Dios, que aunque no sepamos cómo ni cuándo, Él sigue llevando los hilos de nuestra historia humana por sus divinos caminos paternales…

LA DICHA PELÍCULA “Inesperado” no tiene nada de comercial o popularecho (y que me perdone el populacho); debo decir que sirvió para replantearme algunas ópticas y ajustar algunas perspectivas; también debo con-mi-nar-te (así –silabeado- de modo que me hagas caso pero-pero ¡ya!) para que la veas y amplíes tu propio horizonte, y caigas en la conclusión de lo importante de cada vida humana, en lo valioso de cada decisión prudente, en lo grandioso del futuro que siempre -¡siempre!- viene mejor…

A RIESGO DE QUE se me que quemen las habas, adelanto que organizaremos un encuentro navideño con lectores de este semanario y será una posada, o un saludo navideño, o un abrazo de fin de año, o una partida de rosca; todos estarán invitados a excepción de dos tipos de sujetos: los santocloseros o los herodianos, las razones sobran y que nadie nos acuse de discriminación porque ya es sabido que ellos solitos se excluyen de la alegría auténtica de la Navidad…

P. Eduardo Lozano

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P. Eduardo Lozano

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