EL AÑO 2020 CONCLUYE y sobra decir que fue extraordinario; no pretendo hacer recuento de lo que nos ha impactado y desconcertado, más bien quisiera subrayar lo “extraordinario” en la capacidad de respuesta a la que nos hemos visto sometidos: adecuarnos a un ritmo de vida inusitado, avances científicos ante un agente patógeno impredecible, iniciativas de trabajo, de convivencia, de comunicación, de deporte, de estudio, que no habíamos sospechado…
NO QUIERO CERRAR los ojos ante lo que ha sido difícil y pesado (enfermos, difuntos, contagios, cierre de pequeños negocios, etc), más bien quiero abrir los ojos a las posibilidades que aún no hemos explorado y que nos esperan con buenas y agradables sorpresas…
LA VIDA EN EL PLANETA Tierra tendrá millones de años, y en medio de adversidades constatemos que somos una especie triunfadora incluso a pesar de nosotros mismos; numerosos seres vivos (en el fondo del mar o de una caverna, en el frío extremo de los polos o entre el calor meridiano de un desierto como el de Atacama) también pueden competir con el “homo sapiens” como triunfadores en medio de adversidades, pero la diferencia es que para ellos es suficiente el instinto, mientras que nosotros hasta hemos inventado contaminación, corrupción, guerras, y toda una sarta de caminos que nos pueden llevar al colapso…
NO QUIERO LLENARTE de preocupación ni pretendo contaminarte de pánico -querido lector-, más bien quiero alentar tu capacidad de análisis y tu potencial de esperanza para volver a caer en la cuenta que el proceso de la vida en este planeta sigue adelante, con ritmos y modos que no acabamos de conocer y dominar…
PIDO TU PERMISO para atreverme a una afirmación que no debería hacer en estas líneas, pero que me nace viendo la situación en que como país y como sociedad nos hemos metido y parece rebasarnos: ¡Aunque quisiéramos, no nos autodestruiremos!; y mi afirmación y convicción se fundamenta en Aquél que nos ha creado y nos ha redimido, pues no nos abandonará a nuestras propias estupideces…
NO SUELO UTILIZAR palabras como la última del párrafo anterior, y si la utilizo es sólo con la intención de seguir abriendo los ojos y de dar movimiento a las manos, de manera que retomemos acciones (pequeñas y significativas, privadas y públicas, familiares o institucionales) que nos lleven a corregir el rumbo sin estar dependiendo ni de factores externos, ni de voluntades amañadas, ni de lo que naturalmente escapa de nuestro control…
PERMITE QUE EXTERNE mi pensamiento con las siguientes palabras: el año que comienza será mejor por lo que puedas establecer en tu entorno inmediato a base de convicciones e ideales, con los pequeños y sencillos recursos de que dispongas, con la cercanía y participación de quienes amas y te aman…
SI ALGUIEN ESPERA que la llegada de la vacuna, o el proceso electoral, o un merolico en cadena nacional, o un trébol de cuatro hojas le cambie la vida y le mejore la existencia en automático, pues no; antes de la vacuna hay que continuar con medidas de higiene y buena alimentación, antes del proceso electoral hay que mejorar nuestra participación ciudadana, en lugar de tolerar merolicos hay que apoyar a los capaces, y en lugar de echar mano de un pobre trebolito pues hay que alentar la inteligencia y la educación…
INICIA EL AÑO 2021 y en el ambiente de la Iglesia el Papa Francisco nos invita a la Jornada Mundial de la Paz, que año con año (desde hace 54) se celebra justamente el primero de enero; en esta ocasión -y para no variar- el Papa nos sorprende con una palabra y concepto que abre el panorama de reflexión y de acción: la cultura del cuidado como camino para la paz…
HACE YA VARIOS LUSTROS que un amigo mío me compartió una frase que me hizo reír por su simpleza y sana ironía, ahora yo la uso para alentarme en la atención, en la observación, ¡en el cuidado que merece lo importante!, y lo que dijo fue lo siguiente: “Mira, padre: Dios me hizo tonto, tonto, tonto, pero yo me fijo, me fijo, me fijo”…
ES OBVIO QUE la tontería no nace de las manos de Dios, sino de nuestra falta de atención, de nuestros excesos y abusos de confianza, de nuestra mediocridad y egoísmo; también es obvio que un auténtico científico, un buen campesino, una madre eficiente o un político acertado, son producto de la observación y el análisis, del estudio y la experimentación, de la aceptación de un buen consejo y de la recepción de críticas orientadas al bien común…
HOY MISMO CELEBRAMOS a la Sagrada Familia (José, María y Jesús) y si te atreves a estudiarlos separada o conjuntamente, te darás cuenta que vivían espontáneamente lo que el Papa nos enseña en su mensaje: una “cultura del cuidado” expresado en la protección y la acogida, en el respeto y la disponibilidad, en el cariño y la atención de unos por otros…
JOSÉ DE NAZARET puso atención y cuidado a sus ideales (sus sueños) y lo tenemos como padre protector y esposo amable; María guardaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón porque sabía ser cuidadosa; y de Jesús -¡ni se diga otra cosa!- baste decir que vino al mundo revestido de nuestra carne mortal, y fue por el infinito cuidado que nos tiene y que le lleva a salvarnos ¡hasta de nosotros mismos!…
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