ME ATREVO A DESCRIBIR la cultura como una “presencia constructiva y estable”, así entiendo mejor tanto la herencia que nos dejaron los nahuas, mayas, otomíes y zapotecos -solo por mencionar algunos-, como los aportes de tantos otros personajes y pueblos que han cruzado por estos rumbos mesoamericanos…
DEL MISMO MODO QUE fenicios, griegos, romanos, etruscos, árabes, cartagineses, etecé, etecé, dejaron alguna huella en la isla de Chipre, o en Italia, o en España y entonces enriquecieron la cultura de aquellos rumbos mediterráneos, también nuestra patria ha ganado con la presencia de europeos, asiáticos, africanos, y hasta algún polinesio (¡y nadie tome la palabra en doble sentido, por favor!)…
LA GLOBALIZACIÓN NO ES un tema que haya iniciado en el siglo XX ni será un fenómeno que se termine así nada más porque llegará otra etapa de la historia; por supuesto que se da en niveles e intensidades diversas a lo largo y ancho de la historia, pero con la tecnología y movilidad propias del siglo XXI aquello se acelera sobremanera, así que sigue siendo el mismo cuento: nos enriquecemos unos con otros, en el intercambio y la mezcla, en el trueque y el cambaceo, en el diálogo y la valoración de la propia identidad…
ME SIENTO MUY AGRADECIDO de haber leído en mi juventud a Miguel León Portilla o a Hermann Hesse, así como a Platón (los “Diálogos” fueron lectura obligada y provechosa) o a un argentino cuyo nombre de pila era Joaquín pero firmaba con el apócope de Quino (¡ah!, ¡Mafalda me sigue apasionando!); el encuentro con todos ellos me ha dado un espíritu global, una cultura ultra-vecinal, un gusto universal y una tarea para toda la vida: seguir abierto a tanta belleza, a tanta riqueza, a tanta oportunidad…
ME PREGUNTARON SOBRE Don Miguel León y rápido dije que es un mexicano universal, pues su aportación académica e intelectual rebasan todo parámetro sectario y dejan chiquita cualquier cuadrícula obcecada, como la de aquellos que donde quiera ven enemigos de su ideología o andan sospechando de intrigas que complotan contra su ineptitud, de los tales y cuáles prefiero no hablar (por ahora)…
YA QUIERO VER QUE quienes se afanan en un etnocentrismo rancio, se atreven a proponer un honesto monumento, a sugerir que se nombre plaza o se bautice cátedra alguna con el apellido León Portilla, pues eso implicaría redescubrir sus orígenes y entonces re-encontrarían al presbítero Ángel María Garibay, otro señorón como pocos que tanto han hecho por rescatar nuestras raíces culturales precolombinas…
MIENTRAS ESCRIBO se está viniendo abajo el cielo en forma de aguacero, y tanta lluvia me recuerda lo mismo a Tláloc que a la Amazonia, lo mismo al patriarca Noé que al profeta Isaías (55, 10) quien la comparó a la palabra de Dios; y llegando a este punto te ruego que jamás de los jamases te quejes de la lluvia, que si lo haces sólo estarás confirmado tu ineptitud para prevenir y tu flojerota para aprovecharla, andarás imaginando un clima a tu modo y acaso no has aprendido ni te han enseñado que la naturaleza va buscando su ritmo y las aguas su cauce…
CON TODA LA AUTORIDAD que no poseo, te platico en corto que una ocasión mandé “ipso facto” y a lo más recóndito del averno a un pseudo periodista televiso (ni su nombre mereció recuerdo) que comenzó su pésima intervención diciendo: “Malas noticias: habrá lluvia por todo el centro del país”; y junto conmigo sentí el movimiento de cabeza lastimero de tantos campesinos, hortelanos, granjeros, jardineros y etecé, etecé, que bien pensarían: “¡Pobre tontito!, no sabe lo que dice”…
YA ESTÁ EN CURSO y de lleno el Sínodo de los obispos que dialogan y estudian sobre la Amazonia y todas sus implicaciones; y mientras ellos analizan y debaten, estudian y proponen, yo quiero unirme a ellos no sólo por el camino de la oración y la difusión, pues mientras no lleguemos a la acción “constructiva y estable” todo este rollo no pasará de ser una moda utilitaria…
HACE UNOS MESES -y aquí mismo- mencionaba sobre las efemérides quingentésimas que ya nos alcanzaron: cinco siglos de Hernán Cortés en Tenochtitlán, medio milenio de los primeros misioneros en el Valle de México, quinientos años de una convulsión polifacética que forma parte de nuestra historia, cinco centurias que se pueden comparar a una intensa lluvia cuyas humedades todavía nos resfrían y todavía nos aportan líquido vital…
QUIERO APOSTAR A una actitud “constructiva y estable” que nos ayude a consolidar la paz, que aleje del horizonte todo fanatismo y radicalización, pues por ese camino fracturamos la verdad auténtica y nos enredamos en verdades mediocres y en mentiras rancias; quiero cultivar un terreno en donde la variedad y bondad de cada cultura nos llevan a una saludable cercanía y a un distanciamiento respetuoso: equilibrio siempre amenazado por intereses y ambiciones…
CONCLUYO POR AHORA mi aportación dominical y salgo a ver que después de la tempestad viene la calma, que la lluvia ha dejado fecunda la tierra y ha limpiado mi jungla de asfalto; también descubriré las nuevas goteras y escurrimientos que debo reparar cuanto antes, y veré que encharcamientos e inundaciones debo atender…
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