El escándalo ha explotado en las redes debido a un polémico video que ha desatado una avalancha de reacciones tanto a favor como en contra. En el video, se puede ver a un sacerdote vestido con una sotana blanca bailando lambada.
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El padre José Alberto Medel, responsable de Liturgia en la Diócesis de Xochimilco en la Ciudad de México, ofrece argumentos sobre la conveniencia de que un sacerdote participe en este tipo de actividades.
“Esto no tendría nada de extraordinario” salvo por hecho de que el varón “parece ser un sacerdote”. No obstante, Medel señala que, en realidad se trata de un disfraz, uno que simula la indumentaria del Papa y que, definitivamente, no es Francisco.
“Está vestido con una especie de sotana blanca, con una especie de cruz pectoral y trae en la cabeza un solideo blanco”, detalla, y a renglón seguido menciona que a muchos, “esto les ha parecido escandaloso, porque este tipo de baile requiere que la pareja esté muy pegada y que los movimientos sean marcadamente sensuales”.
En ese marco, el padre cuestiona si a un sacerdote le es lícito o no participar en este tipo de bailes. Sin embargo, advierte que primero es necesario ser “prudentes al mirar, porque lo que circula en las redes sociales “no siempre es lo que aparenta”. Y cada vez son más frecuentes los videos en los que “podemos irnos con la finta y hacernos ideas equivocadas”.
El Padre Medel estima que la pregunta es legítima: “¿Puede un sacerdote bailar? Algunos irán más allá: ¿es bueno o es malo que un sacerdote baile?” Pues bien, “el baile en sí mismo no es malo, es una expresión natural, una expresión artística… No le está prohibido ni al sacerdote ni al creyente. Si fuese malo, ningún creyente en Cristo debería bailar, simplemente por ser malo, pero no lo es”.
Surge entonces otra pregunta: ¿Es prudente o no que un sacerdote baile? “Allí la diversidad de opiniones, incluso entre los mismos sacerdotes, es diversa; va desde quienes dirán tajantemente que no, hasta quienes dirán que sí, e incluso lo practican. Aquí, como estamos en el ámbito de lo opinable, mi punto de vista es que no abona mucho a nuestro ministerio sacerdotal; por eso, creo que no es prudente”, argumenta el padre Medel.
Igualmente, sostiene que “lo malo, por sí mismo, se debe de excluir” y recuerda que “esa es una de nuestras promesas en el bautismo: renunciamos a Satanás y a su obra, por lo tanto, las cosas que están mal nos están prohibidas a todos”; mientras que “las cosas buenas hay que discernirlas”.
Asimismo, estima que hay cosas en un sacerdote “que no son muy convenientes para su ministerio”. Insiste en este aspecto que no se refiere a que sean imprudentes, “sino a que no son convenientes, porque los feligreses esperan de un sacerdote un estilo de vida distinto al de las expresiones del mundo”.
“Se espera de un sacerdote que tenga una vida sobria y que guarde las formas, porque en él esperan mirar a Cristo. Y cuando un sacerdote busca semejarse a Cristo, su preocupación lo ocupará en aquellas cosas que realmente sirven a su ministerio”, concluye.
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