Llega la época navideña y el párroco de la Parroquia de Santa María de la Natividad busca que la comunidad centre su atención en este gran acontecimiento.
Si bien la iglesia de Santa María de la Natividad, en la colonia Narvarte, celebra su fiesta el 8 de septiembre, día del Nacimiento de la Virgen, la fiesta de la Navidad es un acontecimiento que el sacerdote Arturo Esquivel celebra especialmente con su comunidad parroquial.
Hasta el año pasado, el padre Arturo Esquivel montaba los Nacimientos utilizando animales vivos, como borregos, patos, gallinas y palomas. Este año, sin embargo, decidió montar un Nacimiento con figuras de grandes dimensiones, justo en el presbiterio, literalmente rodeando el altar.
“Me gusta cambiar los escenarios –explica el sacerdote a Desde la Fe–. Cuando es la fiesta de la Virgen de la Natividad, ponemos a la Virgen en el centro, porque para la gente es muy importante, pero pasando las fiestas, vuelvo a poner el crucifijo en el centro para que la gente se concentre en Cristo”.
“Cuando es Navidad, y también en Semana Santa, en todos los nichos que están alrededor quito las imágenes para que la gente no se distraiga, porque de repente van con San Juditas, pero no llegan al Sagrario o no llegan a la imagen de Cristo. Entonces quito imágenes, les doy un tiempo de vacaciones, adornamos la iglesia y permitimos que la gente se centre en el Nacimiento”.
El padre Esquivel también iluminó el atrio de la iglesia y ha realizado varias posadas con sus feligreses, convencido de que la temporada de Adviento es una oportunidad preciosa de evangelización.
“Si somos los que celebramos el gran acontecimiento de la Navidad, ¡hay que invertirle! Si gastamos en flores o en otras cosas, hay que esmerarnos también en que la gente se avive, porque hay personas solas, tristes o enfermas, y son oportunidades de evangelizar”.
El padre Arturo Esquivel reconoce que su imagen rompe con el estereotipo de los sacerdotes. Tiene el cabello largo, anda en motocicleta y, en sus Misas, siempre hay música. Los feligreses lo han acogido y, juntos, han rehabilitado el campanario, remodelaron el atrio y están en planes de recuperar los arcos contiguos a la iglesia, que data del siglo XVI.
“Para mí, ser sacerdote es una carrera muy completa, porque eres sicólogo, eres arquitecto, le haces al teatro, tienes muchas relaciones sociales, trato con el dolor de la gente, haces misión y ayudas a los pobres”, puntualizó.
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