A unos pasos del Zócalo, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, se encuentra una pequeña capilla histórica que se ha convertido en un remanso de paz y oración para muchos fieles católicos que viven y trabajan en el primer cuadro de la capital del país.
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Se trata de la Capilla de Nuestra Señora del Pilar, en la calle Donceles número 102, entre los edificios de El Colegio Nacional y la Secretaría de Educación Pública. Al entrar y avanzar desde la puerta principal, la luz que entra por la cúpula va iluminando los retablos dorados y las pinturas que envuelven la iglesia, develando así su belleza barroca.
Esta capilla del siglo XVII, originalmente formaba parte del templo-convento de La Enseñanza, la primera escuela pública para niñas de la Nueva España, que estuvo a cargo de las religiosas de la Compañía de María.
Actualmente, la iglesia es administrada por la Congregación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, fundadas por san Manuel González García, quienes se preocupan por el cuidado del templo y la atención espiritual de los fieles de la comunidad y de los que acuden a orar por un momento frente al Sagrario. Es una comunidad de vida, sin duda lo es, pero no sólo por su valor arquitectónico sino por la unidad y el compromiso de la pequeña comunidad cristiana que se ha formado en torno a este bello templo y a las religiosas que lo atienden.
“Aquí, en El Pilar, camina con nosotros una comunidad no muy grande, pero muy activa. Compartimos la Adoración al Santísimo, también tenemos las catequesis de niños y adultos, un grupo eucarístico muy floreciente y tenemos también una pastoral juvenil, y un coro que anima los domingos”, dijo la hermana María Cirenia Delgado, superiora de la comunidad.
“Es una gozada tener el apoyo de la comunidad, están siempre disponibles para cuando los necesitemos. Los fieles quieren al Pilar, quieren a las hermanas, y nosotras los queremos y nos dejamos querer por ellos”, agregó,
Precisamente la belleza de la Iglesia fue lo que atrajo a Víctor y Marisela, un matrimonio proveniente de Saltillo, Coahuila, que debido a una enfermedad visita cada cierto tiempo la CDMX.
“Un día pasamos por aquí y nos quedamos a Misa, vi una guitarra en el piso y le pregunté a la hermana ‘¿le ayudo?’ Dijo que sí, tomé la guitarra y a partir de ahí, cada que venimos, nos integramos al coro y a la Hora Santa. Dios nos trajo aquí”.
La misión de la Congregación de las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret es la entrega total y la difusión del amor a Jesús Eucaristía, que impregna todo su trabajo en la Capilla del Pilar.
“Buscamos acercar a todos a la Eucaristía, que tengan una experiencia viva con Él, valoren la Misa, y experimenten el amor y la presencia de Jesús”, dice la hermana María Teresa Bautista.
Explica que la iglesia es sede de varios grupos que forman parte de la Familia Eucarística Reparadora, inspirada por el Espíritu Santo a san Manuel.
A decir de la religiosa María Lourdes Barrón, la belleza arquitectónica de la capilla es una gran ayuda para esta labor.
“El caos y el movimiento del centro de la Ciudad hace que nos dejemos llevar por el ruido, y esta iglesia se presta mucho al recogimiento”.
“El claroscuro del Barroco nos ayuda a adentrarnos y a enfocarnos en el misterio de Jesús, y el dorado de los retablos hace que nos transportemos a lo que significa la gloria de Dios y sentirnos un momento como en el Cielo”, finalizó.
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