Todo comenzó en noviembre de 1919, cuando el obispo de León, Guanajuato, monseñor Emeterio Valverde, de visita en Silao, contemplaba desde su ventana el Cerro del Cubilete (único monte de los alrededores, cuya altura es de 2,661 metros sobre el nivel del mar y 800 metros sobre la llanura del ‘Bajío’), y pensaba que sería bonito ‘ascender a esa montaña y oficiar en su cima una Misa’.
Comentó la idea con amigos suyos, miembros de la Sección Adoradora Nocturna del Santísimo Sacramento, quienes de inmediato organizaron la celebración.
Su presidente propuso dejar en la cima un monumento conmemorativo del evento, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. La idea gustó mucho, se recabaron fondos y el 12 de marzo de 1920, luego de celebrar Misa en la cima, el obispo colocó la primera piedra del monumento.
Se encomendó la tarea a un sencillo artesano que, basado en una estatuita que le prestó un padre, labró una de tres metros de altura en cantera, sobre un pedestal de seis metros. Al mes se inauguró.
Por la tarde del día 10 de abril de 1920, el obispo y unas 20 mil personas subieron a la cumbre. Toda la noche la montaña resplandeció con las fogatas. En cuanto empezó a clarear, el obispo inició la ceremonia. Primero bendijo la montaña, la declaró ‘lugar santo’ y le cambió el nombre de ‘Cerro del Cubilete’ a ‘Montaña de Cristo Rey’. Luego bendijo el monumento, invitó a todos a consagrar el país al Sagrado Corazón de Jesús, Rey de México, y comenzó la celebración de la Misa cuando asomaban los primeros rayos del sol.
Meses después, el primer monumento se abajo para hacer uno más grande.
Se invitó al delegado apostólico del Vaticano a colocar la primera piedra. La respuesta del gobierno, encabezado entonces por Plutarco Elías Calles, no se hizo esperar: esa misma noche al delegado lo expulsaron del país. Luego, el 30 de enero de 1928 fue dinamitado el primer monumento, del que quedaron ilesos el corazón y el rostro de Cristo, que a la fecha se conservan en el museo del santuario.
La Iglesia solicitó permiso para realizar el segundo monumento y el presidente Obregón nunca lo dio. Sin embargo, el obispo Valverde no quitó el dedo del renglón. Aprovechando un pasillo de la Catedral de León, mandó realizar y colocar ahí un monumento a Cristo Rey, (el tercero), que consagró el 11 de enero de 1938.
Años después se decidió hacer discretamente un monumento que pudiera colocarse en la cima de la montaña. Éste se realizó en poco tiempo. Consistía en una columna de nubes en cuya punta estaba la figura de Cristo Rey. Fue transportada en partes, inaugurada el 10 de abril de 1942 y donada pocos meses después a la ciudad de San Luis de la Paz, Guanajuato, cuando el presidente Ávila Camacho dio luz verde para realizar en la cima de la montaña no sólo un monumento sino un santuario.
A 26 años de que todo comenzara, monseñor Valverde puso la primera piedra del actual santuario el 11 de diciembre de 1944. Su bóveda representa la tierra y es base de la monumental estatua de Cristo Rey en bronce, de 20 mestros de altura. Para recabar fondos, la cabeza fue llevada en camión por todo el país en una ‘gira misionera’ que animó conversiones.
La construcción concluyó en los años 50. Su bella y dificultosa historia prueba lo que puede la tenacidad y el amor al Señor, e inspira una declaración que es a la vez una súplica: Cristo Rey, ¡reina por siempre en nuestros corazones!
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