La Iglesia del Pocito, joya del barroco mexicano, combina historia, arte y espiritualidad en un espacio de devoción única en La Villa de Guadalupe. Foto Jackie Sánchez
Localizada en La Villa de Guadalupe, la Iglesia del Pocito es una de las joyas del arte barroco mexicano y un sitio de profunda devoción que combina historia, espiritualidad y arquitectura. Su construcción fue encomendada por el Arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta ante la gran afluencia de fieles al manantial milagroso que brotó al pie del cerro donde se registró la cuarta aparición de la Virgen de Guadalupe.
La capilla fue edificada entre 1777 y 1791 bajo la dirección del arquitecto Francisco Guerrero y Torres, gracias a la financiación de los habitantes de La Villa. Su diseño único rodea el manantial que, en tiempos de la aparición, los indígenas utilizaban para lavar sus heridas, atribuyéndole propiedades curativas, y combina un espacio de oración con la belleza del barroco mexicano.
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Según la tradición guadalupana, durante la cuarta aparición de la Virgen de Guadalupe, el obispo Fray Juan de Zumárraga acompañó a Juan Diego al Tepeyac para constatar el lugar señalado por la Virgen. Al llegar al cerro, la Virgen apareció junto al manantial y, frente a los ojos del obispo y de Juan Diego, brotó un agua clara y milagrosa que pronto se ganó la fama de tener propiedades curativas. Este fenómeno, conocido como El Milagro del Pocito, fue considerado un signo providencial de la Virgen y un testimonio de su cuidado maternal hacia los indígenas y los primeros fieles que la veneraban.
El lugar pronto se convirtió en destino de peregrinación, pues los indígenas y vecinos del área acudían al manantial no solo por sus virtudes sanadoras, sino también para venerar el sitio donde la Virgen había indicado su presencia. Con el tiempo, el milagro fue inmortalizado en pinturas de la época y en el retablo de Rafael Ximeno y Planes, cuya copia se conserva actualmente en la capilla, recordando a todos los visitantes este momento especial de la historia guadalupana. La cuarta aparición en el Pocito refuerza la conexión entre la Virgen y los habitantes de la Villa, la cual se ha convertido en un espacio de fe y contemplación que sigue vivo para peregrinos y turistas.
El Pocito también es un lugar de memoria histórica. En uno de sus muros exteriores se conserva una placa conmemorativa que recuerda la visita del insurgente José María Morelos y Pavón, ocurrida el 22 de diciembre de 1815, cuando era trasladado como prisionero rumbo a San Cristóbal Ecatepec. Según los relatos, antes de continuar su camino hacia el lugar donde sería fusilado, Morelos pidió detenerse en el Pocito para orar ante la Virgen y encomendarle sus últimos momentos de vida.
Debido a problemas de hundimiento, el templo fue intervenido, en una primera fase, en 2022 y se centró en la restauración exterior, incluyendo sus tres cúpulas. La segunda fase abarcó la recuperación de su retablo, un reto que implicó limpieza especializada y reintegración cromática.
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El interior de la capilla resguarda un valioso patrimonio artístico. En el altar principal se venera una réplica de la pintura que Rafael Ximeno y Planes realizó en 1785 para la Basílica de Guadalupe, representando la aparición de la Virgen a san Juan Diego. Aunque el original se perdió, la copia mantiene viva la memoria de aquel gesto artístico que buscó plasmar el acontecimiento guadalupano.
Los muros y techos lucen murales y óleos que narran escenas de la tradición guadalupana y pasajes bíblicos, envolviendo al visitante en una atmósfera de fe y contemplación. En el centro, la fuente del manantial milagroso se encuentra protegida por una reja de hierro forjado y coronada por un templete ricamente ornamentado, signo tangible del origen del santuario.
El estilo churrigueresco se manifiesta en cada rincón, por ejemplo con relieves, estucos, retablos dorados y motivos florales y angelicales que evocan la espiritualidad barroca de la época virreinal. A este conjunto se suman placas conmemorativas y exvotos dejados por los fieles que testimonian la gratitud y la devoción que por siglos ha inspirado el Pocito.
Para visitarla:
Con información de Saray Montiel.
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