Cuando mis hijas entraron a la adolescencia, al ver el estilo de vida que llevaban, me entró la inquietud de dar talleres de formación para que conocieran otro estilo de vida. Talleres con una metodología muy intensiva y que gustaron mucho; así, nos llamaron cada vez de colegios, incluso públicos. En estos talleres era constante que, al tocar los temas como el aborto, las relaciones prematrimoniales y, por supuesto, el sexo seguro y los anticonceptivos, al final se nos acercaban tres o cuatro niñas embarazadas que no sabían qué hacer.
Así fue como detectamos un área no atendida, y a la vez una necesidad. Estas mamás tan jóvenes necesitaban ayuda para que su embarazo fuera tranquilo y atendido. Por otro lado, muchas no podían quedarse con los bebés y querían darlos en adopción, pero además deseaban asegurarse de que quedarían en buenas manos.
Tardé dos años en sacar el permiso para poder tener la custodia de los bebés; mientras tanto, las mamás y sus bebés vivían en mi casa, o con unas monjitas en Tacubaya; incluso, amigos cercanos ofrecieron sus casas para darles alojamiento generosamente.
Consuelo, el alma de Yoliguani, como le llaman sus compañeras, nos cuenta un caso que le dejó huella: “Una chica que estaba enferma de cáncer, se embarazó. Los médicos le dijeron que abortara para poderse curar y ella prefirió tener al bebé sabiendo que con esto acabaría con su vida, pero no le importó, prefirió darle vida a su hijo y que tuviera unos papás. Llegó aquí a morir. Un caso muy conmovedor que nos dejó una gran enseñanza de fortaleza”.
Tessy añade: otro gran reto es ver el sufrimiento de la mamá cuando de verdad, por amor a su bebé, lo entrega en adopción. La gente piensa que una madre que da a su hijo es mala, pero todo lo contrario, ellas quieren que su hijo esté mucho mejor con una pareja de papá y mamá deseosos de tener un bebé.
Recuerdo particularmente a una chica muy inteligente y capaz, que al preguntarle por qué no se quedaba con su bebé me mostró un recorte de periódico que tenía guardado. Se veía un niño con la carita sucia pidiendo dinero en un semáforo y me dijo: —Mira Tessy, así crecí ¿no crees que mi hijo merece algo mejor? Yo sé que tú le vas a conseguir unos buenos padres—. Nos fuimos a la capilla y delante de la Virgen de Guadalupe le dio la bendición y con unos lagrimones me lo entregó.
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