El tercer Domingo de Adviento es conocido también como “Gaudete”, un término que proviene del latín y significa “regocíjate”. Este nombre se deriva de la primera palabra del Introit de la Santa Misa que se celebra ese día y con la que se invita a los fieles católicos a alegrarse ante la proximidad de la llegada del Niño Jesús.
De esta manera, la liturgia de este tercer Domingo de Adviento resuena con el mensaje de alegría y esperanza, recordando a los fieles que la Navidad está a la vuelta de la esquina y que la llegada del Salvador está cerca.
La tradición de celebrar el tercer Domingo de Adviento como “Gaudete” se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. Aunque el origen exacto de la celebración de Adviento no se puede determinar con precisión, se sabe que la preparación para la Navidad comenzó a tomar forma a finales del siglo IV.
A lo largo de los siglos, el Adviento ha evolucionado, y en el siglo IX se estableció la duración de este periodo en cuatro semanas, con el tercer domingo designado específicamente para el regocijo, “Gaudete”, con lo que este día se convirtió en un punto culminante en el camino hacia la Navidad, donde la liturgia enfatiza la alegría de la llegada del Mesías.
En cuanto a la celebración de la Santa Misa que se celebra el tercer Domingo de Adviento “Gaudete”, esta tiene varias diferencias notables en comparación con las que se llevan a cabo los otros tres domingos del Periodo de Adviento.
Una de las características más distintivas es el uso de vestimentas litúrgicas de color rosa, que simbolizan la alegría y la esperanza en medio de la penitencia del Adviento. Además, se permite el uso de flores en el altar y el órgano puede ser tocado, lo que contrasta con la austeridad de los otros domingos de este tiempo litúrgico.
Estas variaciones reflejan la invitación a los fieles a experimentar un anticipo de la alegría que trae la Navidad, al mismo tiempo que se mantiene el llamado a la conversión y la preparación espiritual.
La liturgia de “Gaudete” también incluye lecturas que enfatizan la alegría y la salvación. Por ejemplo, la del profeta Isaías, que en sus escritos habla de la liberación y la restauración que Dios traerá a su pueblo, lo que se convierte en un mensaje de esperanza para todos los creyentes.
Así, el tercer Domingo de Adviento no solo es un momento de alegría, sino también un recordatorio de la promesa de Dios de estar presente en la vida de su pueblo, por lo que es un día de regocijo que invita a los fieles a celebrar la cercanía de la Navidad.
De este modo, con su rica tradición y sus características litúrgicas únicas, este domingo se convierte en un faro de esperanza y alegría en el camino hacia el nacimiento del Salvador.
El texto del Introit de la Santa Misa del Tercer Domingo de Adviento de Gaudete está tomado de la carta de Pablo a los filipenses (Fil 4,4-6), que señala:
Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense.
Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca.
No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
A partir de ella, el Introit de la Misa de “Gaudete” dice en latín:
Gaudete in Domino semper.
Iterum dico, gaudete.
Modestia vestra nota sit omnibus hominibus:
Dominus enim prope est.
Nihil solliciti sitis:
sed in omni oratione et obsecratione
cum gratiarum actione petitiones
vestræ innotescant apud Deum.
La traducción al español dice:
Regocíjense siempre en el Señor;
os lo repito, regocíjense.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión,
en la oración y en la súplica,
con acción de gracias,
vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
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