Muchas personas se pregunta qué dice la Iglesia de los tatuajes, debido a que en recientemente una noticia ha causado asombro y extrañeza entre los católicos de todo el mundo. Y es que en Austria, una asociación católica anunció que regalaría tatuajes a todos los católicos que lo pidieran. La iniciativa logró tal aceptación, que finalmente tuvieron que realizar un sorteo entre las muchas personas interesadas. Así es. Lo que inició como una estrategia para llevar jóvenes a la Iglesia en Austria, se ha convertido en una moda en ese país.
De acuerdo con una nota de AFP, el grupo Quo Vadis, que agrupa 184 congregaciones religiosas, lanzó esta iniciativa con el objetivo de revitalizar la fe en un país en el que cada año decenas de miles de personas abandonan la fe católica.
Si bien la iniciativa fue muy bien aceptada entre jóvenes y adultos, también provocó cierto rechazo de buena parte de los católicos de ese país, que consideraron que se trata de una banalización de la fe.
“En realidad no hay en la Doctrina de la Iglesia un pronunciamiento oficial acerca de si un católico puede o no tatuarse”, dijo a Desde la fe el padre José Alberto Medel, asesor del Colegio de Exorcistas de México.
“Yo creo que en esto la Iglesia no se va a pronunciar a nivel de una enseñanza magisterial, porque en realidad se trata, hasta cierto punto, de algo banal”, agregó.
De acuerdo con el padre Medel, sacerdote de la Diócesis de Xochimilco, las cosas son diferentes cuando los tatuajes representen un peligro para la vida o para la integridad de las personas, como aquellas que se han tatuado hasta el último centímetro de piel, incluso en la cara.
Pero en general los tatuajes -agregó- suelen tener un fuerte simbolismo relacionado en muchas ocasiones con las creencias de cada persona, por lo que es muy común que éstas quieran mostrar así su amor y su pertenencia a Dios, o como una expresión de fe.
No obstante -aseguró- que la decisión de tatuarse o no, es algo que debe permanecer en el fuero interno de cada persona.
Asimismo, el padre José Alberto Medel lamentó que haya ciertos sectores de la Iglesia que pretenden acercar a los alejados con un falso pastoralismo, y por ello llegan a fomentar este tipo de cosas.
“Es un falso pastoralismo que estamos viviendo, por ejemplo, en Alemania, donde la Iglesia, con tal de acercarse a sectores que aparentemente han sido discriminados -lo cual no es verdad-, ahora quieren bendecir uniones homosexuales, permitir el sacerdocio femenino, toda una agenda ajena a la fe, que es nuestro único criterio.”
Por ello -insistió- “al pretender acercar a los alejados porque les vamos a fomentar el uso de tatuajes, o un tipo de música, o hasta un piercing religioso (porque no hay campo que no podamos disfrazar de experiencia de fe), lo único que hacemos es banalizar.”
Sin embargo, el sacerdote aseguró que sí hay una contradicción fundamental en esta iniciativa, pues el cuerpo humano es sacratísimo.
“Es el templo del Espíritu Santo. Es tan sagrado que, el día en que muramos, tiene que ser honrado con incienso y agua bendita, y luego depositado en el cementerio que significa ‘dormitorio’, en la esperanza de que, ese mismo cuerpo, alimentado con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, un día resucitará”.
Añadió: “Yo creo que no le toca a un grupo religioso, no le toca a un sacerdote, no le toca a un obispo, no le toca a la Iglesia como autoridad en la fe, aconsejar el uso de tatuajes, aunque tengan un carácter religioso”, apuntó.
“Si bien la Iglesia puede respetar y orientar el que un cristiano pueda tatuarse, lo que tiene que hacer es predicar el Evangelio del cuerpo, del sagrado templo del Espíritu Santo, el cual debemos honrar, cuidad y venerar. Jamás fomentar esta práctica”.
Por otra parte, el sacerdote lamentó que haya quienes atacan ferozmente este tipo de iniciativas, pues adoptan un lenguaje que no es de fe, un lenguaje que no es cristiano. “Es un lenguaje, de este mundo nuestro, que divide las ideas entre conservadoras y liberales. El Evangelio es nuestra ética, nuestra moral, nuestro criterio, y ahí no hay ni conservadores ni liberales”.
Y concluyó: “Nosotros somos del Evangelio, somos de Cristo (…) Por lo tanto, que las críticas vengan de los, así llamados sectores conservadores o de sectores así llamados liberales, no es un lenguaje de fe. Y que un sacerdote, un religioso, una religiosa o un obispo, utilice este lenguaje, está cayendo en la trampa de este mundo, que tiende a dividir”.
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