La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una iniciativa de la Iglesia católica que busca cumplir la voluntad de nuestro Señor Jesucristo de que todos los que creen en Él permanezcan unidos y sean testimonio de Su amor. ¿En qué consiste esa semana conocida también Octavario por la Unidad de los Cristianos? Aquí te lo explicamos.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una iniciativa de la Iglesia Cataólica que se celebra, cada año, del 18 al 25 de enero. Son ocho días en los cuales los católicos de todo el mundo oran especialmente para que todos los que creen en Cristo (católicos, luteranos, anglicanos, etc.) vuelvan a ser una sola y gran familia.
¿Por qué se separaron los cristianos?, ¿cómo es que están tan divididos ahora? Para responder a estas preguntas habría que remontarnos a tiempos muy lejanos.
Durante el primer milenio del cristianismo, la Iglesia Católica fue la única Iglesia cristiana. A ella se debe la compilación de la Biblia, como la conocemos hoy, y la incansable difusión de la Palabra de Dios, entre muchas otras cosas.
La Iglesia católica fue la primera en administrar el Bautismo, la Comunión, etc. Todo cristiano pertenecía a la Iglesia Católica Apostólica Romana. ¿Qué sucedió?
Explicado de manera muy sencilla, podría decirse que, a lo largo de la historia, se dieron graves desacuerdos entre el Papa y ciertos miembros prominentes de la Iglesia, algunos de los cuales decidieron abandonarla y formar su propia Iglesia, acorde a sus ideas, en lugar de quedarse a arreglar sus diferencias desde dentro.
Las nuevas Iglesias (fundadas por aquellas personas) tuvieron seguidores, y así, al paso del tiempo, nuevas generaciones crecieron acostumbradas a acudir a dichas iglesias, y a que éstas volvieran a dividirse cada vez que alguno de sus miembros discrepaba con la jerarquía.
Esta es la razón por la cual el día de hoy existen millones de denominaciones cristianas en todo el mundo, más lo que se acumule esta semana.
Cuando en una familia surgen problemas, y uno de los hijos decide abandonarla en lugar de quedarse a resolver el conflicto y se va de casa dando un portazo, la madre nunca deja de esperar su regreso.
Pues bien, como Madre que es, la Iglesia Católica considera a los cristianos que la abandonaron, y a los que han crecido lejos de ella, como hermanos separados a los que no ha dejado de extrañar, por los que ora en cada Eucaristía y a los que dedica la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
La Unidad de los Cristianos es importante, pues no es un invento de la Iglesia, sino un deseo de Jesús, quien oró al Padre pidiendo que todos los que creemos en Él fuéramos uno, como Él y Su Padre. (ver Jn 17, 11.20-23).
Si te preguntas, ¿realmente tiene caso orar por la unidad de los cristianos?, ¿acaso no basta conque ellos sean buenos cristianos y nosotros también? La respuesta es: no.
Veamos esta comparación: si te invitan a un banquete donde hay una mesa larguísima con toda la comida y bebida que puedas imaginar, los platillos más suculentos, botanas, ensaladas, sopas, guisados, postres, antojos, en fin, seguramente querrías compartirlo con tus seres queridos, te gustaría que toda tu familia pudiera disfrutar junta estas maravillas.
Pues así es como se siente la Iglesia Católica: no se conforma con disfrutar todo lo que tiene ella sola, sino que quisiera poder compartir su tesoro con todos.
A la Iglesia Católica le gustaría que sus hermanos separados pudieran, por ejemplo:
La historia de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se remonta a la iniciativa de Paul Wattson, un anglicano converso al catolicismo, quien en 1908 invitó a cristianos de distintas confesiones a dedicar, desde el 18 de enero (fiesta de la confesión de san Pedro) hasta la festividad de la conversión de san Pablo, el 25 de enero, para orar por la unidad de todos los cristianos.
En 1966, el Consejo Mundial de Iglesias y el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos preparan un texto común para orar por esta unidad, y desde entonces, cada año se renueva y se prepara un texto diferente, además de que se editan materiales de apoyo para esta jornada, conocidos como subsidios.
Al orar por la unidad de los cristianos, la Iglesia Católica busca cumplir con el deseo de Nuestro Señor Jesucristo, de que todos seamos uno, como Él con Su Padre.
Y es que, cada vez son más las Iglesias cristianas. Y con el menor pretexto y la mayor intolerancia, quienes pertenecen a estas iglesias las abandonan y se sienten ‘llamados’ a fundar otras que a su vez serán abandonadas por miembros descontentos.
Esto no lo quiere Jesús, y tampoco lo quiere la Iglesia que Él fundó, que sangra por la herida de tantos tajos y divisiones, y por eso hace suya la oración de Jesús al Padre y pide fervorosamente que seamos todos uno.
Cabe aclarar que la unidad de los cristianos no consiste en formar una especie de ‘fraternidad universal’ en la que todos nos esforcemos por creer sólo aquello que todos puedan aceptar sin sobresaltos y desechemos lo que cause controversia o no sea del agrado de alguien, pues el resultado final sería una fe diluida.
No es la Iglesia Católica la que debe modificar su doctrina para hacerla del gusto de todo el mundo. Como lo afirmaron claramente san Juan Pablo Magno y el Papa Benedicto XVI, en diversos discursos y documentos, sin importarles incomodar a muchos: sólo en la Iglesia Católica está la plenitud de la verdad.
En otras denominaciones religiosas hay algo de verdad, pero también hay error. En la enseñanza de la Iglesia Católica no hay error. Por ello orar por la unidad de los cristianos no puede ser otra cosa que pedir que vuelvan al hogar del que alguna vez se salieron.
En Juan 17:21-23 se nos dice que Jesús oró de la siguiente manera:
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”
En ese momento, Jesús ruega por la unidad de los cristianos. Por la unidad de su pueblo, por la unidad de su Iglesia, también.
La oración es poderosa, pero también podemos hacer mucho por la unidad de los cristianos. Ya lo dice el dicho: ‘a Dios rogando, y con el mazo dando’.
Y esto no se refiere a darle mazazos a nadie, sino a que a la vez que oremos, trabajemos, no sólo para animar a que vuelvan quienes se fueron, sino para asegurar que los que siguen aquí no se vayan.
Para ello es necesario que tengamos claras las causas por las que se fueron y se van los hermanos separados.
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