San Gregorio Magno, por cuyas venas corría sangre imperial, de joven se dedicó exitosamente a la política y en el año 573 fue Prefecto de Roma, cargo que le valió el cariño y el respeto de la gente, pero atraído por la vida religiosa se hizo monje y tras la muerte de su padre, transformó su residencia personal en monasterio bajo la advocación de san Andrés y la Regla Benedictina. Al paso de los años fundó seis monasterios más, en distintas partes de Italia.
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En el año 579, el Papa Pelagio II lo ordenó diácono y lo envió como embajador a Constantinopla donde estuvo seis años, y en donde conoció a Leandro de Sevilla; luego volvió a Roma en el año 585 con el cargo de Secretario del Pontífice, el cual ejerció hasta que el Santo Padre falleció. Entonces, Gregorio fue designado para ocupar el Trono de San Pedro, y en esta elección intervinieron el senado, el clero y el pueblo por unanimidad.
Entre las acciones que realizó el Papa Gregorio Magno destacan fijar la liturgia a los oficios divinos, reformar la disciplina eclesiástica, propagar la Orden Benedictina, enviar misioneros a Inglaterra para iniciar la conversión de este reino, convertir a los Lombardos, oponerse a la autonomía de los Orientales, acrecentó las posesiones de la Iglesia, sin embargo, llevó una vida austera y se hacía llamar Siervo entre los Siervos de Dios. También combatió a los donatistas, simoniacos y a Juan el Ayunador.
Durante su gestión como Papa hubo hambruna en Roma y él la enfrentó importando alimentos de Sicilia, además de que repartió cuantiosas limosnas entre los necesitados y practicó la caridad.
Entre sus obras literarias, teológicas y de predicación, está Regula Pastoralis, manual moral y de predicación destinado a los obispos; Libro de Diálogos que narra la vida y milagros de varios santos italianos del siglo IV, y la doctrina del Purgatorio que dio una nueva visión después de la muerte; mandó recopilar y ayudó a la evolución del canto gregoriano, y pidió que se recopilaran los escritos de los cantos cristianos primitivos conocidos como Antífonas, Salmos e Himnos, que eran celebrados en las catacumbas de Roma.
En el campo musical, mucho se le debe a Gregorio Magno; de él emanan 30 Misas Gregorianas que numerosos coros interpretan hasta nuestros días, ensalzando el culto divino y festivo.
San Gregorio Magno falleció el 12 de marzo del año 604, y fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Bonifacio VIII el 20 de septiembre de 1295.
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