Miles de comentarios inundan las redes sociales en estos días al conocerse que supuestamente el río Nilo se tiñó de rojo, tal como en los tiempos en que el pueblo de Israel se encontraba esclavizado en Egipto. ¿Qué está pasando en el río Nilo?, ¿es un presagio bíblico?, ¿cómo debemos entender este acontecimiento a la luz de la fe? Aquí te lo explicamos.
El río Nilo es el más largo del mundo y se encuentra en el continente africano. Su ubicación geográfica abarca desde las montañas de Burundi y Ruanda, hasta el mar Mediterráneo en Egipto.
Se extiende a lo largo de varios países, incluyendo Egipto, Sudán, Kenia, Uganda, Tanzania, Ruanda, Burundi, la República Democrática del Congo, Etiopía, Eritrea y Sudán del Sur.
El Río Nilo tiene dos fuentes principales: el Nilo Blanco y el Nilo Azul. El Nilo Blanco tiene su origen en el lago Victoria en Uganda, mientras que el Nilo Azul tiene su fuente en el lago Tana en Etiopía. Ambos ríos se encuentran en Jartum, la capital de Sudán, y desde allí fluyen juntos hacia el norte.
La Biblia menciona al río Nilo en varias ocasiones, y todas ellas están ligadas, de alguna manera, con una bendición o una maldición, tal como ocurre en las Sagradas Escrituras con el agua, ya sea de los mares, de los ríos, de los lagos y hasta de las tinajas.
Estas son algunas menciones que podemos encontrar en la Biblia sobre el río Nilo:
El pasaje de la Biblia donde el río Nilo se tiñe de rojo o se convierte en sangre es Ex 7, 17,21.
Yavé le dijo a Moisés: ‘Faraón porfía en negarse a que salga el pueblo. Ve a encontrarlo en la mañana, a la hora en que vaya bañarse. Lo esperarás a la orilla del río, llevando en tu mano el bastón que se convirtió en serpiente. Le dirás esto: ‘Yavé, el Dios de los hebreos, me ha mandado decirte que dejes salir a su pueblo para que le rinda culto en el desierto. Pero hasta ahora no has escuchado’.Ahora, pues, Yavé dice: ‘en esto conocerás que yo soy Yavé: voy a golpear el Nilo con mi bastón y las aguas se convertirán en sangre. Los peces morirán, el río apestará y los egipcios tendrán asco de beber sus aguas. (…) Aarón levantó su bastón y golpeó las aguas en presencia de faraón y de su gente, y todas las aguas del Nilo se convirtieron en sangre. Los peces del río murieron y el río quedó contaminado, de tal manera que los egipcios no pudieron beber más agua del Nilo. Faraón volvió a su casa como si no hubiera ocurrido nada importante. Pero, mientras tanto, los egipcios tuvieron que cavar pozos en los alrededores del río en busca de agua potable, porque no podían beber del río.
Jorge Arévalo Nájera, director de la Dimensión de Biblia de la Arquidiócesis de México, quien es licenciado en Ciencias Religiosas por la Universidad La Salle, explica que el significado que da la Biblia al río Nilo es mismo que da al agua en términos generales, y se maneja en dos vertientes, dependiendo de la perspectiva teológica y del contexto en el que surge un determinado texto: puede ser como símbolo de bendición (el hombre y la mujer fueron puestos en un jardín irrigado por un río con cuatro brazos) o puede ser como símbolo del receptáculo de las fuerzas malignas que se pone al proyecto de Dios (cuando Jesús camina por las aguas).
En el caso del río Nilo -explica- nos estamos moviendo en el mismo terreno. Simboliza el poder opresor de Egipto sobre su pueblo. El relato nos presenta a Moisés flotando sobre una pequeña canastilla en el río Nilo, que representa la Providencia de Dios. Las fuerzas del mal, representadas en las aguas, son incapaces de ahogar a ese enviado de Dios que liberará a su pueblo. El Faraón, por su parte, simboliza precisamente al líder de esas fuerzas que se oponen al proyecto liberador de Dios.
Aunque no está confirmado que, efectivamente, el río Nilo se haya teñido de rojo, pues en las redes sociales se afirma que se trata más bien de una fake news, algunos medios de comunicación han entrevistado a científicos que aseguran que, de ser verdad, se debe a la proliferación de algas rojas, las cuales contienen ciertas toxinas que se acumulan en los mariscos y que incluso pueden envenenar a los animales que las consumen.
Si bien no está comprobado y, de comprobarse, muy probablemente habría una explicación científica, no deja de ser una oportunidad para reflexionar.
Jorge Arévalo propone hacer una lectura profética, no una lectura apocalíptica. Porque Dios está presente en todos los acontecimientos de la historia, hablando al hombre. No es que Él los provoque y mucho menos que castigue a la humanidad, sino que esos acontecimientos sobrevienen por la misma naturaleza o por las mismas acciones del ser humano, son consecuencia lógica. No sabemos si está pasando o no, pero de ser cierto y eso tuviera consecuencias negativas para la vida del ser humano en esa región, pues es evidente que ahí hay una palabra que Dios nos está dirigiendo. Nos estaría preguntando: ‘¿Qué estás haciendo con el medio ambiente?’ Debemos cuidarnos de no echarle la culpa a Dios de todo lo que pasa, pues eso es contrario a lo que Jesús nos enseñó.
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