¡Conoce la vida de santa Clara de Asís, mujer que abandonó una vida de lujos por su devoción a Cristo!
Santa Clara de Asís, fundadora de la rama femenina de la Orden Franciscana, tuvo la dicha de recibir en su convento al Papa San Damián, quien, sentado a la mesa para comer, le pidió y luego le ordenó a ella que bendijera los alimentos en vez de hacerlo él mismo, y cuenta la leyenda que, en ese mismo instante, en los panes apareció la señal de la cruz.
Como este milagro hay muchos otros más que se pueden contar sobre la vida de esta santa, quien vino al mundo en 1193 u 1194 en Asís , Italia, y tras tener una juventud rodeada de lujos, dejó las riquezas familiares, pues sus padres pertenecían a una ilustre familia de la ciudad de Asís; su padre era el conde de Sasso-Rosso, y su madre, también aristócrata, una mujer piadosa. Vivían en un castillo fortificado.
Clara Scifi dejó todo para vivir en la más rigurosa pobreza, de acuerdo con la regla franciscana, luego de que dos seguidores de San Francisco: Rufino y Silvestre, cercanos a esta noble familia, le ayudaran a entrevistarse con el santo, a quien le reveló su deseo de seguir el mismo camino de pobreza y santidad.
La noche posterior del Domingo de Ramos de 1212, Clara huyó de su casa y fue a la Porcíncula, la iglesia que era administrada por los franciscanos, y allí, de rodillas ratificó su renuncia al mundo, cambió sus vestiduras por un tosco sayal semejante al de los frailes, cambió su lujoso cinturón adornado con joyas por un cordón con nudos, y san Francisco le cortó su larga cabellera para formar parte de la Orden de los Hermanos Menores.
Luego fue trasladada al convento de las benedictinas de San Pablo y, cuando sus padres descubrieron su huida, ella ya había pronunciado los votos y se negó abandonar el convento, entonces se trasladó a la iglesia de San Ángel de Panzo, donde residían unas mujeres piadosas que llevaban una vida de penitencia.
Una semana después de la huida de Clara, siguió los mismos pasos otra de sus hermanas, Inés, y más tarde lo haría su otra hermana, Beatriz. Años más tarde las siguió su propia madre, quien siendo más joven había realizado peregrinaciones a Tierra Santa e incluso a Santiago Compostela, en España.
Por mediación de san Francisco, Clara consiguió la donación de la Iglesia de San Damián y de la casa anexa donde estableció un convento con un grupo de mujeres devotas que se sumaron a ella, incluyendo sus hermanas. Allí permaneció hasta su muerte, 41 años después.
Santa Clara escribió la norma de vida que deberían llevar las religiosas y obtuvieron del Papa Inocencio III la confirmación de esta Regla en 1215. Ella recibió el cargo de Abadesa de San Damián.
Fue la primera mujer en la historia de la Iglesia que compuso una Regla escrita, sometida a la aprobación del Papa, para que el carisma de Francisco de Asís se conservara en todas las comunidades femeninas que ya se iban fundando en gran número en su tiempo.
Santa Clara es representada con un cáliz, y es que durante la guerra entre Federico II, quien se valió de musulmanes y el Papa, Santa Clara hizo trasladar a la puerta del convento un cáliz, y en ese mismo momento, los sarracenos levantaron el sitio que tenían impuesto al monasterio y se fueron a otra parte.
El Papa Alejandro IV la canonizó sólo dos años después de su muerte, en 1255. En la bula de canonización se lee: “¡Cuán intensa es la potencia de esta luz y qué fuerte el resplandor de esta fuente luminosa! En verdad, esta luz se mantenía encerrada en el ocultamiento de la vida claustral y fuera irradiaba fulgores luminosos; se recogía en un angosto monasterio, y fuera se expandía en todo el vasto mundo. Se custodiaba dentro y se difundía fuera. Clara, en efecto, se escondía; pero su vida se revelaba a todos. Clara callaba, pero su fama gritaba”.
El día en que se celebra a santa Clara de Asís en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica es el 11 de agosto. Este es el día en que se conmemora su fallecimiento y se recuerda su vida y legado en la Iglesia.
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