Los evangelios mencionan a dos apóstoles llamados Santiago, a quienes popularmente se les menciona como el Mayor y el Menor.
Tras la muerte de Jesús, y según la tradición, Santiago el Mayor cruzó el mar mediterráneo y desembarcó en la Hispania que abarcaba los actuales territorios de España y Portugal, España no era desconocida en Jerusalén, pues también formaba parte del imperio romano, y prueba de ello es que San Pablo manifestó dos veces su intención de ir a predicar a la península ibérica, como lo dice en su carta a los romanos (15; 22-24).
Santiago se dirigió a Galicia donde empezó a evangelizar e incluso formó algunos discípulos, al parecer, siete. En la ciudad de Zaragoza, la Virgen María se le apareció sobre un pilar hacia el año 40, y los seguidores de Santiago construyeron una ermita. Luego regresó a Jerusalén, donde fue martirizado.
Pero, milagrosamente, los restos del apóstol Santiago fueron hallados en Santiago Compostela, en Galicia, a inicios del siglo IX, aunque algunos suponen que se trata de los restos del obispo Prisciliano, o de otra persona importante del período romano.
El Papa León XIII reafirmó en 1884, a través de una Bula, que se trata de los restos mortales de Santiago el Mayor, tras hacer un estudio científico de su osamenta.
Onamuno puso en tela de juicio la autenticidad de los restos de Santiago en Compostela, sin embargo, el papa León XIII declaró auténticas las reliquias, en bula fechada el 1 de noviembre de 1884.
Antes del siglo VII, nadie había mencionado una predicación de Santiago el Mayor en España, pero una carta del papa Inocencio del año 416, abre la posibilidad de que el Apóstol hubiera predicado en la Península Ibérica. El texto dice: “las naciones que lo componen (Occidente) ¿no han sido, acaso, evangelizadas por aquellos que fueron enviados por Pedro y sus sucesores?”.
Además, en la primera mitad del siglo VII se difundió por Occidente una tradición latina de los Catálogos Apostólicos, redactados en griego, el “Breviarium Apostolorum”, breves biografías de los apóstoles, y una de ellas afirmaba que Santiago predicó en España y que retornó a Jerusalén, donde murió. La importancia de este documento radica en su origen que no es español, por lo tanto, la historia o la leyenda comenzó fuera de la península ibérica.
Desde el siglo IX y en el curso de los siglos XII y XIII, la leyenda de Santiago el Mayor se enriqueció y varis autores recogieron las versiones que contaban los peregrinos. La “Leyenda Áurea” de Jacobo de Vorágine, “Historia compostelana”, “el Códice Calixtino”, sirven para analizar la evolución de la fe, las rutas y costumbres que imperaban en aquellos tiempos.
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