La Iglesia Católica sostiene que “la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”. Por ello, siempre condena de manera frontal el aborto (cf CIC numerales 2270 al 2275). E históricamente, los papas han defendido esa posición.
En efecto, el aborto es un tema polémico que alienta el debate en el mundo. También en Estados Unidos, donde se convirtió en tema de la reñida campaña presidencial: la demócrata Kamala Harris lo defendió como derecho, mientras que Trump lo rechazó en medio de discursos llenos de matices y ambigüedades.
Legalizarlo o no es un punto de interés para los norteamericanos. Y está en la mira tras los comicios que representan la primera contienda posterior a la decisión del Tribunal Supremo que en 2022 eliminó las protecciones federales establecidas en Roe vs. Wade.
No fue poca cosa y Donald Trump lo recuerda. En esa ocasión, el máximo juzgado estadounidense anuló el veredicto que dictaminaba la “libertad de las mujeres para abortar hasta las 24 semanas de gestación”. Era presidente el líder republicano, quien más tarde se jactará de haber nombrado a tres jueces conservadores que votaron a favor de anular la sentencia (pro aborto).
“Fue un gran acto de mi parte… y el Tribunal Supremo mostró un gran coraje”, dijo en septiembre de este año durante un choque contra su rival política sobre la posibilidad de prohibir el aborto a escala nacional.
Luego de esa decisión, cada estado acabó por establecer su propia normativa sobre el aborto, un elemento que, según el Centro de Investigación Pew, es lo tercero más importante a considerar, al menos por los votantes demócratas.
Son acciones que tienen gran repercusión. Tras aquella medida, en algunos estados de mayoría republicana (como Luisiana o Kentucky) el aborto está totalmente prohibido, mientras que en otros solamente se permite durante una fase especialmente temprana.
Sin embargo, la posición del también empresario no es radical. En efecto, con el paso del tiempo su discurso ha sido cambiante. Tantos, que algunos analistas atribuyen sus giros a un intento por captar la atención de quienes en su fila de seguidores coquetean con la línea abortista.
Mientras tanto, la aprobación de enmiendas en regiones como Florida, Missouri y Arizona podría derivar en la posterior anulación de restricciones, con una serie de consecuencias directas sobre el acceso o no al aborto.
Panorama similar se presenta en Nebraska y en Dakota del Sur. No obstante, la “futura legalidad y accesibilidad del aborto no solo depende de las medidas en las boletas”, sino de las políticas que “podrían cambiar en función de quién controle el Congreso y la Casa Blanca”, lo que le da más relevancia aún al resultado de las elecciones presidenciales, según advierte una análisis de la agencia AP.
En la actualidad hay más de una docena de regiones (13) que aplican prohibiciones en cada una de las etapas del embarazo, con excepciones. Otros estados prohíben el aborto en la mayoría de los casos después de seis semanas.
Naturalmente, no es el único tema que se debate. Economía, inmigración y lucha contra la delincuencia resultan muy relevantes. Un estudio de la firma Gallup, publicado hace menos de un mes (9 de octubre de 2024), considera de notable importancia el aspecto económico para el 90% de los votantes.
Sobre esta materia, el ex mandatario aseguró que acabará con la inflación, prometió “revitalizar la economía” y dijo que conseguirá hacer de Estados Unidos una nación “asequible”. Su plan de elevar la producción energética por medio de la extracción de petróleo y gas natural promete ser la clave del éxito.
Pero, según expertos en la materia, es un plan ambicioso que presenta riesgos considerables. No obstante, asegura que bajará los precios de la energía “a la mitad” en apenas el primer año de su mandato.
Por último, generan expectativa y preocupación las políticas sobre los migrantes. Donald Trump ha advertido que realizará “la operación de deportación interna más grande en la historia estadounidense”. En contraste, ha propuesto el otorgamiento “automático” de la “green card” a extranjeros que se gradúen en sus universidades.
Es un tema complejo, si se toma en cuenta que, mientras el 66% de todos los permisos de residencia son otorgados a familiares de ciudadanos o residentes del país, tan sólo “el 14% se otorgan por motivos laborales, casi lo mismo que por vía de asilo y razones humanitarias (13%)”, según reporta la BBC.
El discurso de Trump es radical, pero gana adeptos. Recientemente, un sondeo del Public Religion Research Institute cifró en 61% a los votantes republicanos que apoyan una de sus afirmaciones más viscerales: “La sangre de los migrantes envenena nuestro país”.
Les atribuye el presunto aumento en las tasas de criminalidad, nunca sustentado en cifras oficiales. Y no está solo en ello: el Pew Research estimó en 88 el porcentaje de votantes registrados que respaldan el aumento de la seguridad en la frontera, a tono con la promesa de concluir el muro fronterizo con México.
Simultáneamente se realizaría la deportación de migrantes indocumentados, algo que apoya “más de un tercio de los electores hispanos y 40% de los votantes negros”, según un trabajo del The New York Times.
Siempre rodeado de polémica, el líder político y empresario inmobiliario también incluye a Dios en sus discursos. Naturalmente, lo menciona a su favor. En su más reciente declaración dijo que: “Si pudiéramos traer a Dios del cielo y que fuera el que contara los votos, ¡ganaríamos esto!”.
Uno de los elementos que más ha llamado la atención sobre las declaraciones de Donald Trump en torno a los conflictos bélicos internacionales y su posible política exterior es la guerra de Rusia contra Ucrania. Al respecto, el republicano sostiene que el presidente ruso, Vladimir Putin, no se habría atrevido a atacar tierras ucranianas si él estuviera al frente de la presidenica de Estados Unidos
Trump ha ido más lejos, al asegurar que podría conseguir un acuerdo de paz en tan solo 24 horas. No obstante, muchos analistas se preguntan cómo y especulan que podría derivarse de un literal abandono del finananciamiento aZelenski.
En el pasado reciente, el líder político les pidió a sus compañeros de partido bloquear en el congreso el desembolso de recursos para Ucrania. El argumento es directo: “Terminar esta guerra y hacerlo rápido va en el mejor interés de Estados Unidos”, ha dicho.
De igual forma, se ha mostrado contrario a la OTAN, alianza a la que critica por su falta de homogeneidad en los gastos relacionados con defensa internacional. Ha sido claro al señalar que no defenderá a los miembros del organismo de ataques si no cumplen fielmente con sus obligaciones financieras. Hay una razón de peso: paga más del 16% del presupuesto del organismo, una proporción similar a la que brinda Alemania.
De otro lado se presenta la cruda espiral de violencia tras el ataque de Hamás contra Israel en el marco del conflicto en Medio Oriente, donde el primer mandatario de Estados Unidos podría tener notable influencia geopolítica rumbo a un posible desenlace. En este aspecto, destaca el hecho de que Donald Trump se defina a sí mismo como “el presidente más proisraelí”, quien espera que esa línea de alianza siga profundizándose.
Otro elemento que reviste un notable peso es otra guerra,menos literal pero también con grandes consecuencias. Se estima que el líder republicano apostará por un nuevo pulso comercial con China a través de aranceles con los que, considera, podría reducir el desempleo al defender los puestos de trabajo estadounidenses.
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