Imagina que dentro de la iglesia o en la calle te encuentras una hostia tirada en el suelo. ¿Qué debemos hacer cuando se presenta una situación así? De entrada, es muy difícil que pueda ocurrir, pero sí, claro que ha ocurrido, y es mejor estar preparados ante tal sorpresa.
“Una persona con mucho escrúpulo podría preguntar, ‘¿cómo que se les cayó?’ Pero es que son cosas que pasan, siempre hacemos todo con cuidado y de buena voluntad, pero a veces hay aglomeraciones y son cosas que pueden pasar”, aseguró en entrevista con Desde la fe el padre Salvador Barba, quien fuera responsable de Liturgia en la Arquidiócesis Primada de México.
Más que buscar culpables -explica el padre Barba-, lo importante es saber actuar y evitar un sacrilegio.
“Lo primero que tenemos que hacer es recogerla. Entra la duda de si está o no consagrada, puede ser que no lo esté, pero es mejor ser muy precavidos y prudentes”.
Si quien encuentra la hostia está en estado de gracia y la hostia está en condiciones de ser consumida, lo más sencillo es comulgarla en ese momento.
En cambio, si la hostia no está en condiciones o la persona que la encontró no está en estado de gracia, lo mejor es buscar al sacerdote y entregársela a él.
“El padre, con mucha espiritualidad y prudencia, sabrá qué hacer”, agregó.
Usualmente, lo que se hace con una forma que ya no está en condiciones, es diluirla en un vaso con agua y utilizar el líquido para alimentar a las plantas en una maceta.
“Se puede hacer un hoyito para que no quede en la superficie, con mucho respeto y veneración al Cuerpo de Cristo”.
Es algo -agregó el padre- que el sacerdote puede hacer. En caso de que el sacerdote no esté disponible, podrá hacerlo algún miembro de la comunidad siguiendo siempre sus indicaciones.
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