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¿Qué es un Doctor de la Iglesia católica? Criterios, proceso y quiénes son

En la tradición católica, el título Doctor de la Iglesia (lat. Doctor Ecclesiae o Doctor Universalis) es un honor excepcional que la Iglesia concede a determinados santos cuya enseñanza, a través de sus escritos, predicación y ejemplo, han aportado de modo eminente a la doctrina, la espiritualidad y la vida de la fe en beneficio de la Iglesia universal.

Es, por tanto, un reconocimiento que la Iglesia, a través de la Santa Sede, otorga a la autoridad pedagógica y a la perdurabilidad teológica del magisterio llevado a cabo por algunos santos durante su vida y cuya santidad, sabiduría y contribuciones son consideradas de importancia universal para los fieles.

¿Cuáles son los criterios para declarar a un santo Doctor de la Iglesia?

De acuerdo con la tradición y la práctica establecida por el Dicasterio de las Causas de los Santos, son tres los requisitos principales que se deben cumplir para que un santo alcance la designación de Doctor de la Iglesia.

  1. Eminens doctrina (enseñanza eminente): Sus escritos o enseñanza deben ofrecer un aporte doctrinal o espiritual de gran valor y riqueza teológica.
  2. Insignis vitae sanctitas (vida de santidad notable): el testimonio de su vida debe evidenciar coherencia cristiana y santidad reconocida.
  3. Ecclesiae declaratio (declaración por la Iglesia): la designación ha de efectuarse por un acto formal de la Iglesia, el cual se realiza habitualmente por el Papa, a veces tras la propuesta u opinión positiva del Dicasterio competente.

¿Qué distingue a un Doctor de la Iglesia?

De acuerdo con los criterios establecidos por la Santa Sede, tres aspectos son los que distinguen a un Doctor de la Iglesia:

  • Erudición y capacidad de enseñanza: A diferencia de otros santos, los Doctores de la Iglesia se distinguen por su conocimiento profundo, su cultura religiosa y su capacidad para expresar su pensamiento de manera que difunde nuevo conocimiento.
  • Contribución a la fe: Sus enseñanzas han aportado nuevas perspectivas a la doctrina católica que son aplicables y relevantes tanto en su época como para las generaciones futuras.
  • Legado de escritos: Su influencia se manifiesta a través de tratados de teología, epístolas, obras contra la herejía, y escritos sobre espiritualidad y vida cristiana.

El Papa San Juan Pablo II señaló en octubre de 1997 que “cuando el Magisterio proclama a alguien Doctor de la Iglesia, desea señalar a todos los fieles, y de modo especial a los que prestan en la Iglesia el servicio fundamental de la predicación o realizan la delicada tarea de la investigación y la enseñanza de la teología, que la doctrina profesada y proclamada por una persona puede servir de punto de referencia, no sólo porque es acorde con la verdad revelada, sino también porque aporta nueva luz sobre los misterios de la fe, una comprensión más profunda del misterio de Cristo”.

“La Lumen gentium, por su parte”, añadió, “enseña que en los santos nos habla Dios mismo. Por esta razón, con el fin de profundizar en los divinos misterios, que son siempre más grandes que nuestros pensamientos, se atribuye un valor especial a la experiencia espiritual de los santos, y no es casualidad que la Iglesia escoja únicamente entre ellos a las personas a quienes quiere otorgar el título de Doctor”.

¿Qué alcance y qué significado tiene el título?

El designar a un santo como Doctor significa que la Iglesia reconoce la utilidad y la autoridad de sus escritos para la enseñanza y la vida de la fe en sentido universal, y no que todo lo que escribió sea exento de interpretación histórica, además de que dicho título también eleva la figura del santo como modelo-teólogo para la Iglesia universal.

De este modo, los alcances que conlleva el título de Doctor de la Iglesia son:

  • Autoridad pedagógica, no infalibilidad: Ser Doctor significa que la Iglesia reconoce la excepcional utilidad de sus enseñanzas para la vida y la doctrina de la Iglesia; no convierte automáticamente todos sus textos en inerrables ni sustituye al Magisterio. Es un reconocimiento a su “carisma de sabiduría” dado por el Espíritu y a la influencia fructífera de su doctrina entre los fieles y los pastores.
  • Uso litúrgico y pastoral: Los Doctores suelen tener memoria litúrgica en el calendario (según las normas litúrgicas) y sus escritos se usan en catequesis, seminarios y formación espiritual.
  • Referencia teológica: Los teólogos y pastores acuden a los Doctores como maestros de la fe, ya que sus textos ayudan a clarificar problemas doctrinales y a guiar la formación espiritual.

¿Cuál es el proceso para declarar a un santo Doctor de la Iglesia?

Aunque teóricamente cualquier fiel u obispo puede proponer a un santo para que sea designado como Doctor de la Iglesia, es el Dicasterio de las Causas de los Santos la que presenta los candidatos al Papa, pero antes corresponde a la Congregación para la Doctrina de la Fe atestar la veracidad, el fundamento teológico y la naturaleza trascendente de las obras del santo.

Así, el proceso que se sigue para designar a un santo como Doctor de la Iglesia consiste de cuatro etapas bien definidas:

  1. Estudio de la causa: Evaluación histórica y teológica de los escritos, por medio de la cual el Dicasterio para las Causas de los Santos y expertos teológicos examinan la obra del posible candidato para comprobar su ortodoxia y la influencia positiva de su enseñanza.
  2. Votum doctrinal: El Dicasterio para la Doctrina de la Fe emite un parecer (votum) sobre el valor doctrinal y la ortodoxia de las obras realizadas por el santo.
  3. Dictamen y voto de la Plenaria del Dicasterio de las Causas: Los cardenales y obispos reunidos en Plenaria votan la propuesta; si el resultado es afirmativo, la propuesta se eleva al Romano Pontífice.
  4. Declaración pontificia: El Papa, con su autoridad apostólica, firma la declaración o carta apostólica por la que oficialmente se concede el título de Doctor de la Iglesia a un santo (a veces en forma de carta apostólica o decreto publicado por la Sala de Prensa de la Santa Sede). El rito puede celebrarse públicamente en la Basílica de San Pedro u otro acto litúrgico solemne.

¿Cuándo, quién y por qué se instituyó la figura?

La designación de ciertos Doctores de la Iglesia comenzó en la antigüedad y la Edad Media, pues ya en la tradición occidental se distinguían cuatro grandes Doctores latinos: San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio.

El Papa Bonifacio VIII, en 1298, formalizó litúrgicamente la preeminencia de los cuatro “grandes” al ordenar la celebración de sus fiestas con rango especial, acción que cristalizó la práctica y la expresión de “Doctores” en la tradición occidental y con el tiempo el reconocimiento se amplió mediante declaraciones pontificias.

Al paso del tiempo la atribución para designar a un Doctor de la Iglesia pasó a ser una decisión formal que implica el examen del Dicasterio competente y la aprobación pontificia.

En la normativa actual, la Apostolic Constitution Praedicate Evangelium y las normas del Dicasterio para las Causas de los Santos, este Dicasterio tiene la competencia de tramitar la concesión del título, tras recibir el voto doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

La motivación para dicha designación parte del hecho de que la Iglesia instituye y usa la distinción para señalar modelos de enseñanza segura y fructífera de quienes, por su sabiduría y santidad, ayudan a interpretar la fe y a formar generaciones.

¿Cuántos y quiénes son los Doctores de la Iglesia?

Oficialmente la Iglesia ha reconocido a 38 doctores, siendo el último de ellos San John Henry Newman proclamado Doctor de la Iglesia el 1 de noviembre de 2025, luego de que el 31 de julio de 2025 el Papa León XIV confirmó la opinión favorable del Dicasterio para las Causas de los Santos para conferirle dicho título.

A continuación, te presentamos la lista completa y en orden cronológico de la proclamación o del reconocimiento de los 38 doctores de la Iglesia:

  1. San Atanasio de Alejandría
  2. San Ambrosio
  3. San Hilario de Poitiers (1851)
  4. San Jerónimo
  5. San Efrén el Sirio (1920)
  6. San Juan Crisóstomo
  7. San Cirilo de Jerusalén (1882)
  8. San Agustín de Hipona
  9. San Basilio el Grande
  10. San Cirilo de Alejandría (1882)
  11. San Gregorio de Nizancio (Gregorio Nazianzeno)
  12. San Pedro Crisólogo (1729)
  13. San León I (Papa) (1754)
  14. San Pedro Damián (1828)
  15. San Gregorio I (Gregorio Magno)
  16. San Anselmo de Canterbury (1720)
  17. San Bernardo de Claraval (1830)
  18. San Isidoro de Sevilla (1722)
  19. San Antonio de Padua (1946)
  20. San Alberto Magno (1931)
  21. San Beda el Venerable (1899)
  22. San Buenaventura (1588)
  23. San Juan Damasceno (1890)
  24. Santo Tomás de Aquino (1567)
  25. Santa Catalina de Siena (1970)
  26. San Francisco de Sales (1877)
  27. Santa Teresa de Jesús (Teresa de Ávila) (1970)
  28. San Alfonso María de Ligorio (1871))
  29. San Pedro Canisio (1925)
  30. Santa Teresita del Niño Jesús (Thérèse) (1997)
  31. San Juan de la Cruz (1926)
  32. San Juan de Ávila (2012).
  33. San Roberto Belarmino (1931)
  34. Hildegarda de Bingen (2012)
  35. San Lorenzo de Brindis (1959)
  36. San Gregorio de Narek (2015)
  37. San Ireneo de Lyon (2022)
  38. San John Henry Newman (2025)
Jorge Reyes

Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con una trayectoria de más de 30 años como periodista en medios como Reforma, El Centro y Notimex, así como funcionario de comunicación social en dependencias de gobierno y legislativas. Actualmente trabaja como periodista especializado en temas de religión.

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