Escapulario Verde del Inmaculado Corazón de María.
El Escapulario Verde del Inmaculado Corazón de María es un sacramental que invoca la poderosa intercesión de la Virgen María, especialmente en favor de la conversión de los pecadores y la salvación de las almas. A diferencia de otros escapularios tradicionales, este no pertenece a una cofradía ni requiere una ceremonia formal de imposición, pero sí exige una profunda fe, devoción y el deseo sincero de acercarse a Dios a través de María.
Según la tradición, el Escapulario Verde fue revelado el 8 de septiembre de 1840 —fiesta de la Natividad de la Virgen María— a sor Justina Bisqueyburu, una religiosa francesa de la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
En una de sus experiencias místicas, la Virgen se le apareció vestida de blanco y celeste, con un semblante sereno, y le mostró en su mano izquierda un escapulario compuesto por un solo rectángulo de tela verde sujeto con cordones. En el anverso, se encontraba una imagen de la Virgen con el Corazón en la mano; en el reverso, el Corazón Inmaculado atravesado por una espada, coronado por una cruz y rodeado por la jaculatoria: “Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.”
A diferencia de otros escapularios (como el de la Vigen del Carmen), está conformado por una sola pieza de tela y no dos. Además, como no es el emblema de una confraternidad, no es considerado un hábito religioso ni requiere de una investidura; sin embargo, como todo sacramental, requiere de la bendición de un sacerdote y portarse con mucha devoción.
De acuerdo con la interpretación de las visiones de sor Justina Bisqueyburu, el Escapulario Verde contribuye a la conversión de almas, particularmente a las alejadas de la fe, y procura una muerte feliz a quienes lo lleven con fe.
La Virgen María expresó a sor Justina el deseo de que este sacramental se difundiera ampliamente para obtener gracias especiales para los alejados de Dios. Es considerado un signo de la misericordia maternal de María hacia los pecadores.
Quienes lo portan o lo ofrecen a otros son invitados a rezar diariamente con confianza la jaculatoria inscrita en él, pidiendo por la salvación de esa persona y su apertura a la gracia. Aunque no sustituye al arrepentimiento ni a los sacramentos, sí dispone el corazón a recibirlos.
Fue aprobado por el Papa Pío IX en 1870, cuando pidió se refirió a las Hijas de la Caridad: “escribid a esas buenas Hermanas que yo las autorizo para hacerlos y distribuirlos”. Esta autorización papal reconoció oficialmente la devoción y animó su propagación, especialmente en contextos donde las personas se muestran cerradas o indiferentes a la fe.
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