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¿Mencionan la Biblia y la Iglesia a los ovnis? La respuesta corta es no. De hecho, no existe una posición oficial sobre posible vida extraterrestre inteligente, pero ya en el pasado reciente han expresado su opinión figuras de la Iglesia que brindan luces sobre el tema.
En todo caso, resulta crucial dejar claro en primer lugar que ni los textos bíblicos ni los del Catecismo de la Iglesia Católica sostienen que el ser humano es el único ser pensante del universo.
En efecto, el Vaticano no afirma ni niega oficialmente tal posibilidad, pero tampoco se basa en ello para alimentar o cuestionar la fe. Y hasta ahora no se han declarado dogmas al respecto.
Sin embargo, cada cierto tiempo el tema se hace viral alimentado por teorías conspirativas, sectas alarmistas que impulsan sus adhesiones con base en un presunto fin del mundo, o la manipulación de tres informaciones vinculadas con el tema.
Una está relacionada con el jesuita José Gabriel Funes, otra con la distorsión de un nota relacionada con una investigación financiada por la NASA, y por último, las declaraciones del Papa Francisco sobre la materia. Veamos las tres, para cerrar con un análisis del Papa Benedicto XVI que pone el acento en la salvación concreta del hombre.
Un exdirector del Observatorio Astronómico del Vaticano (2006-2015), el jesuita argentino José Gabriel Funes, sostuvo que la creencia en Dios no tendría por qué estar divorciada con la posibilidad de vida (pensante) extraterrestre: “No veo dificultad para la fe católica”, dijo en 2012.
Investigador y astrónomo, el sacerdote argumentó que si existen tantos planetas, pero únicamente se encontraran “seres inteligentes” en uno, tal pretensión sería “como poner límites a la libertad creadora de Dios”. A renglón seguido, el científico cuestionó: “¿Por qué no podemos hablar de un hermano extraterrestre?”.
Pero dejó claro que hasta ahora siempre se ha tratado de meras especulaciones, unas que casi siempre tienen fines alarmistas, sectarios, o incluso económicos. No obstante, sostuvo en aquella ocasión que la doctrina de la Iglesia Católica no choca con la posibilidad de vida extraterrestre.
En 2028 se publicó el libro “¿Bautizarías a un extraterrestre?”, una obra del jesuita Guy Consolmagno, un astrónomo estadounidense y científico que escribió en colaboración con el también sacerdote Paul Meuller, S.J.
En el texto, hablan esta cuestión y sobre temas como el Big Bang. Teoría propuesta en 1927, por cierto, por otro sacerdote, uno especialmente brillante, el físico belga Georges Lemaître.
No exactamente. Hubo un programa del Centro de Investigación Teológica financiado parcialmente por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, según sus siglas en inglés), en conjunto con la fundación John Templeton.
El programa reunió a varios investigadores, e incluyó a unas dos docenas de sacerdotes, si bien la contratación no fue una decisión directa de la agencia. El objetivo era analizar la forma como la humanidad respondería si se confirmara el hallazgo de vida extraterrestre.
La investigación culminó en el año 2017 y ha circulado distorsionada como parte de muchas teorías especulativas distantes de la realidad de aquel análisis.
Lo cierto es que el Papa Francisco también lo planteó públicamente. En 2014 señaló que bautizaría a un extraterrestre si este lo pidiera: “¿Quiénes somos nosotros para cerrar las puertas?”, expresó.
Lo dijo el 13 de mayo de aquel año durante una eucaristía en la Domus Sanctae Marthae del Vaticano al señalar que la Iglesia Católica ha de ser dócil al Espíritu Santo. E incluso planteó la hipótesis de que si llegara en algún momento un marciano a la tierra y pidiera el bautismo: “¿Quién soy yo para poner impedimentos a Dios?”
“Como si ‘mañana llegase una expedición de marcianos verdes, con la nariz larga y las orejas grandes como los pintan los niños’. Y si uno de ellos dijera ‘yo quiero el bautismo’, ¿qué ocurriría?”.
Sin embargo, el papa Benedicto XVI brinda otro elemento relevante en este análisis y tiene que ver con el vínculo de Jesús específicamente con el hombre. Lo explica abundantemente en su libro La infancia de Jesús (2012)… Y vuelve sobre el tema poco después en su catequesis en audiencia general (Benedicto XVI, 2013).
En ella deja claro un vínculo filial exclusivo y de excepción: “La salvación traída por el Dios que se hizo carne en Jesús de Nazaret toca al hombre en su realidad concreta y en cualquier situación en que se encuentre”.
“Dios asumió la condición humana para sanarla de todo lo que la separa de Él, para permitirnos llamarle, en su Hijo unigénito, con el nombre de «Abbá, Padre» y ser verdaderamente hijos de Dios”.
No se refiere a figuras genéricas, sino a una concreta: el hombre. Y explica el porqué: “El Dios eterno e infinito se ha sumergido en la finitud humana, en su criatura, para reconducir al hombre y a toda la creación hacia Él”.
Por su parte, el padre José Alberto Medel, responsable de Liturgia de la Diócesis de Xochimilco en la Ciudad de México, analiza la pregunta acerca de si el encontrar algún tipo de vida consciente, desarrollada como la nuestra, ¿alteraría nuestra fe en Dios?”.
Para responderlo, el sacerdote apela a las sagradas escrituras y parte del libro del Génesis: “En su primer versículo, nos da una afirmación fundamental: ¡Dios creó todo! Todo lo que existe, el universo material que conocemos, y lo que nos falta por conocer, viene de un autor que es Dios”.
Recuerda, además, que así lo confesamos en el Credo cuando decimos que Dios es creador “de lo visible y lo invisible”, esto incluye “las partículas subatómicas y todas estas cosas que no alcanzamos a ver con nuestros ojos a simple vista”.
Por lo tanto, agrega, tenemos fe en un Dios creador que es autor de todo lo que existe, de lo visible y material, pero también de lo invisible, lo espiritual, pues “viene de sus divinas manos”.
De igual forma, sostiene que los cristianos sabemos “que la segunda persona de la Santísima Trinidad (Jesús) se hizo hombre como nosotros. Y eso nos da otro dato muy importante: la humanidad fue asumida por Dios. Por lo tanto, seguros de esta convicción fundamental para nuestra fe, decimos que todo lo que existe alcanza su máxima expresión en Cristo encarnado”.
Con base en ese argumento, “aunque conozcamos otros mundos, Cristo es la corona de toda esa creación… Así que, conscientes de estos dones que nos han sido revelados, nos abrimos sin miedo al conocimiento del universo que la ciencia cada vez nos pone más cerca”.
Por ende, no nos aleja de Dios, sino que “todo ese conocimiento nos acerca a Él”, que es “el Autor de tanta belleza”, concluyó.
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