Con el Domingo de Ramos 2024, el 24 de marzo, se da inicio a la Semana Santa. Los santos evangelios nos narran cómo, el domingo anterior al Viernes Santo, Jesús fue recibido victorioso en la ciudad de Jerusalén.
Las narraciones nos hacen sentir que estamos allí, entre la gente que aclama a Jesús. La Liturgia de la Iglesia nos da la oportunidad de aclamar a Cristo como Mesías Salvador y de decirle que es bienvenido como Rey de este mundo en el que tanta falta hace. Las palmas y los ramos son el signo de nuestra aclamación y de la victoria del Señor.
La entrada victoriosa de Jesús a Jerusalén se conmemora en todas las iglesias mediante una procesión solemne. La procesión inicia con un saludo y una oración del sacerdote en la que pide a Dios conceder a quienes agitan las palmas en honor de Cristo, permanecer unidos a Él. Antes de iniciar, se proclama el Evangelio de la “Entrada del Señor en Jerusalén”, que este año corresponde a (Jn 12,12-16).
El celebrante bendice en silencio los ramos de palmas, y después conduce a la gente hacia la iglesia en la que habrá de celebrarse la Misa. Este día la celebración Eucarística se realiza como de costumbre, salvo que en esta ocasión en lugar de dar lectura al Santo Evangelio, se lee la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
La procesión del Domingo de Ramos nos recuerda que debemos seguir avanzando sin rendirnos ante el cansancio, la fatiga, las penas o los pecados de esta vida. Caminar siempre, avanzar siempre para alcanzar la felicidad eterna que, de algún modo, ya ha iniciado en esta tierra por la fe en Cristo Jesús. Es también una invitación a no rendirnos ante el tedio de la vida, sino a asumir con paz que el camino de la felicidad pasa por la Cruz, pero no por cualquier cruz, sino aquella que se vive por Cristo, con Cristo y en Cristo.
En el Domingo de Ramos es una tradición tener las palmas benditas que representan las ramas que las personas cortaban de los árboles de Jerusalén y que ponian a los pies de Jesús cuando caminaba, mientras lo aclamaban “El Mesías”.
Bendice Señor nuestro hogar. Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él. Por tu intercesión danos paz, amor y respeto, para que respetándonos y amándonos los sepamos honrar en nuestra vida familiar, Sé Tú, el Rey en nuestro hogar. Amén.
Al terminar la Misa los fieles se llevan las palmas benditas a su hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro Rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener una palma bendita, no van a entrar ladrones en nuestra casa y que nos vamos a librar de la mala suerte.
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