La Resurrección de Cristo es el centro de la Buena Nueva anunciada por los primeros cristianos, y si uno lee el libro de Hechos de los Apóstoles, se da cuenta de que la Resurrección fue un acontecimiento central e irrefutable para los contemporáneos de Jesús (y, por consiguiente, para todos nosotros). Veamos en qué aspectos:
1. Si Jesús no hubiera resucitado, los apóstoles jamás hubieran superado su miedo a morir crucificados como su Maestro. Fue gracias a que vieron al Resucitado, que obtuvieron la paz y la fortaleza de salir a predicar la Buena Nueva y enfrentarse con increíble valentía al mismísimo Sanedrín, ese grupo de 70 ancianos a los que todo judío obedecía. Fue tan notable su cambio que los propios miembros del Sanedrín lo reconocieron admirados (ver Hch 4, 1-13).
2. Si Jesús no hubiera resucitado, cuando San Pedro estaba dando ese discurso en el que afirmó que Jesús no murió como murió el profeta David, sino que resucitó y se les apareció a muchos (ver Hch 2, 29-32), alguien de entre la multitud lo hubiera callado o le hubiera dicho que lo que decía era falso pues si hubiera habido un cadáver en un sepulcro, todo mundo lo hubiera sabido. Nadie dice nada porque el sepulcro estaba vacío.
3. Si Jesús no hubiera resucitado, los textos bíblicos no emplearían el lenguaje tan claro que usan para referirse a la Resurrección de Cristo. Los cuatro evangelistas o San Pablo o San Pedro hubieran aclarado que estaban refiriéndose a algo simbólico, a una idea bonita y piadosa nada más, para que nadie los malinterpretara, pero no es así. Como Cristo resucitó, ellos emplean unas palabras muy claras para hablar del Resucitado y asegurarse de que a todos les quede claro que se trata de una realidad, no de una imaginación y mucho menos de un invento.
4. Si Jesús no hubiera resucitado, los apóstoles no hubieran predicado acerca de la Resurrección de Cristo. Se hubieran limitado a contar las parábolas, a repetir los dichos y consejos de Jesús, a referirse a Él como un gran hombre y nada más, pero como resucitó, basaron en este hecho su predicación y se refieren a Jesús como Dios y Hombre verdadero.
5. Si Jesús no hubiera resucitado, los apóstoles y todos los mártires no hubieran estado dispuestos a dar su vida por un mentiroso (pues si Jesús no hubiera resucitado hubiera mentido al llamarse a Sí mismo: ‘el Camino la Verdad y la Vida’ y al hablar de Su Resurrección). Tarde o temprano alguien hubiera dicho que todo era mentira, pero nadie lo dijo, porque la Resurrección de Cristo es verdad.
6. Si Jesús no hubiera resucitado, hubiera sido imposible sostener una falsedad durante veintiún siglos, especialmente si lo hubieran enterrado con personas tan conocidas y queridas en la comunidad como José, María, María Magdalena, etc. Sus mismos contemporáneos hubieran hecho de esa tumba un lugar de peregrinación y veneración. Sus seguidores lo hubieran sabido y hubieran ido allí a llevarle flores, ofrendas, etc. en agradecimiento por favores y milagros recibidos. No la hubieran dejado abandonada en el olvido durante veintiún siglos para que, como ocurrió hace algunos años, supuestamente la descubriera un cineasta oportunista que sólo buscaba enriquecerse escandalizando a ignorantes e ingenuos con la exitosa fórmula de mezclar verdades a medias con falsedades y fantasías.
No alcanza el espacio para dar los incontables argumentos que prueban sin lugar a dudas que Jesús resucitó. Falta uno contundente: todo aquel que se atreve a entrar en relación con Él, descubre que está Vivo, que no fue un hombre común que murió en el siglo I, sino que es quien dijo ser: Dios y Hombre verdadero. Cabe retar a todo incrédulo a atreverse a hacer la prueba.
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