Sabías que

¿Por qué se presentan los niños a los 3 años de edad en la iglesia?

La presentación de los niños a los 3 años de edad en la Iglesia no es un sacramento, pero sí representa una expresión de fe que forma parte de la piedad popular. “El propósito de esta celebración es que los padres presenten a sus hijos ante Dios y junto con la iglesia pidan gracia y sabiduría para llevar a cabo sus responsabilidades. Los padres también oran para que su hijo algún día confíe en Jesucristo como Salvador”, comenta el p. Rubén Alanís, Párroco de Nuestra Señora de la Consolación, Iztacalco

¿Por qué se celebra la presentación de un niño a los 3 años?

A decir del p. Rubén el sentido de la presentación de un niño se encuentra en varios pasajes bíblicos. El primero lo encontramos en Mateo 19, 3-15, donde leemos que Jesús recibió a los niños que se acercaron a él y los bendijo. “El amor de Dios se extiende a los niños y él tiene sus brazos abiertos, deseoso de recibirlos y bendecirlos”.

“También creemos en el Salmo 127,3 que dice Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de él‘. Por ello, la presentación de niños es un momento para celebrar y agradecer a Dios por el regalo de los hijos. También es un momento para que, como padres, se comprometan a modelar la manera en que ven a Jesús y que comprendan que son salvos por gracia a través de la fe en Él; asimismo para creer que la Biblia es la Verdad absoluta y para saber la importancia de comprometerse con una comunidad de fe”.

Otro relato bíblico donde esta religiosidad popular tienen fundamento, se encuentra en Lucas 2, 22–40, cuando José y María dedicaron a Dios cuando Jesús era niño, para cumplir con lo estipulado en la ley sobre la purificación (Levítico 12) y la consagración de los primogénitos (Éxodo 13).

El padre Alanís detalla que ambos padres, estando allí, se encontraron con dos personajes muy interesantes. “El primero, Simeón, era un hombre devoto y justo a quien el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin ver al Cristo. Ese día, Simeón fue al templo movido por el Espíritu Santo. Allí vio a María, José y Jesús y se les acercó. Tomó al bebé en sus brazos y bendijo a Dios. ¡Él reconoció que Jesús era el Cristo! Adoró a Dios y le dio gracias por la bendición de ver al niño. También habló una palabra profética sobre Jesús”.

“Ese día, Simeón fue al templo movido por el Espíritu Santo. Allí vio a María, José y Jesús y se les acercó. Tomó al bebé en sus brazos y bendijo a Dios. ¡Él reconoció que Jesús era el Cristo! Adoró a Dios y le dio gracias por la bendición de ver al niño. También habló una palabra profética sobre Jesús”, detalló el sacerdote diocesano.

La presentación de la Virgen María en el Templo es un relato del Protoevangelio de Santiago. Foto: Especial

La presentación de María en el templo

La presentación de María en el templo es uno de los relatos en los que se basa la tradición popular de la presentación de los niños, que se encuentra en el Protoevangelio de Santiago. Este texto relata que la Virgen María fue llevada al templo por sus padres, San Joaquín y Santa Ana, a la edad de tres años. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente en la fe de sus padres y en sus deberes hacia Dios.

Aunque el Protoevangelio de Santiago es uno de los libros más antiguos (el término “proto” significa “primer evangelio” y hace referencia a que narra eventos anteriores al nacimiento de Jesús), no forma parte de la Biblia canónica. Este escrito, que los expertos datan en el siglo II d.C., ha sido una fuente importante para la devoción mariana y para la comprensión de la vida de María. Sus relatos han inspirado a la Iglesia católica a celebrar la festividad de la Presentación de la Virgen María en el Templo, conmemorándola el 21 de noviembre, de acuerdo con el sitio de la Congregación de las Hermanas Dominicas.

¿Qué significa presentar a los niños en la Iglesia?

De acuerdo con el párroco, la presentación también significa obedecer, desde un punto de vista “legal” estipulado en la Ley de Moisés (Lc 2, 21-24; Éx 13, 2; 22, 29, 34, 19), pues en el Antiguo Testamento describe la presentación de los niños primogénitos al templo, como una manera de reconocer a Dios como el dador de la vida y de obedecer la ley.

“Culturalmente y tradicionalmente, las familias, basando su fe en la Palabra de Dios, llevan a sus hijos frente a Jesús para que los tocara y bendijera, tal como lo narran los evangelios: Lc 18, 15-17; Mt 19, 13-15″.

Además, el padre Alanís menciona que algunas personas aseguran que esta tradición es exclusivamente mexicana que se originó durante la época de la Reforma. Según esta creencia, a los tres años el niño ya habría superado el período de peligro, ya que en aquel entonces la mortalidad infantil era muy elevada, lo cual era un motivo de celebración y llevar a los pequeños a la iglesia para presentarlo al Señor.

No es un sacramento, pero sí un acto de fe

El padre Rubén comenta que ciertamente, presentar los niños a la Iglesia para que sean bendecidos no es un sacramento, pero tampoco es una obligación; más bien, dice, los sacerdotes encargados de alimentar la fe de los fieles y evangelizarla deben atender con solicitud esta petición de los padres teniendo en cuenta las directrices que especifica la Iglesia.

“Por eso el Magisterio ha expresado muchas veces su estima por la piedad popular y sus manifestaciones; ha llamado la atención a los que la ignoran, la descuidan o la desprecian, para que tengan una actitud más positiva ante ella y consideren sus valores; no ha dudado, finalmente, en presentarla como ‘un verdadero tesoro del pueblo de Dios (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, n. 61)”.

Por último, el padre Rubén comenta que, en la práctica de esta tradición, los padres colocan a sus hijos bajo la protección de la Virgen María y le piden su bendición materna. De hecho, esta celebración de la Presentación del Señor, que la Iglesia celebra litúrgicamente el 2 de febrero (según el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, 120-121), señala que en esta celebración de la Palabra no hay Eucaristía y está dirigida para:

A. Para un(a) niño(a) bautizado(a)

B. Para un(a) niño(a) no bautizado(a)

Cynthia Fabila L.

Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Gráfico de El Universal, Revista Alto Nivel y Desde la fe, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano, con un compromiso constante por informar con profundidad y sensibilidad.

Entradas recientes

“Estamos en riesgo, pero Dios nos llama a dar la vida”: padre Urzúa, párroco de la Tarahumara

A pesar del temor que enfrenta el padre Urzúa, la violencia y la inseguridad en…

8 horas hace

¿Por qué en las bodas católicas los novios no dicen sus propios “votos”?

En las bodas católicas, los novios no pronuncian sus propios votos. En cambio, leen los…

9 horas hace

Malagradecida

Su esposo aprendió a ignorarla y vivir con la constante crítica y tal vez por…

11 horas hace

Belleza que cautiva

Muchos hemos olvidado el canto en latín, pero recordemos que el Concilio Vaticano II valora…

12 horas hace

¿Qué es el “Borgo Laudato sí”, el regalo del Papa Francisco que dirige un mexicano?

Borgo Laudato Si’ es un espacio ecológico y espiritual creado por el Papa Francisco para…

12 horas hace

¿Cómo ayudar a un niño a vivir el duelo por la muerte de una mascota?

El duelo por la pérdida de una mascota ayuda a los niños a entender el…

15 horas hace

Esta web usa cookies.