Las órdenes religiosas utilizan de forma común una vestimenta talar (que llega a los talones) como base de su vestimenta común. En realidad, este tipo de vestimenta tiene un origen incluso bíblico, simbolizando siempre la pureza legal.
Se trata de “cubrir las pudendas”, referencia a la concupiscencia de la carne. Por eso, desde la óptica del cristianismo, la túnica sólo deja visible lo esencial para realizar el trabajo por el Reino de los Cielos: el rostro, en donde se encuentra la boca que alaba a Dios y predica a los hermanos; las manos que atienden a las obras de claridad; los pies del misionero que se encamina para cumplir el mandato de predicar a toda creatura.
Ahora bien, mientras que las vestimentas rituales tienden a ser fastuosas, el hábito religioso debe recordar siempre que quien lo viste ha hecho profesión de vivir en pobreza. De ahí, que, salvo algunos momentos en la época del Barroco, por ejemplo, siempre sean extremadamente sencillas en su confección y en el material que utilizan, y suelen ser amplias para alejar las miradas malsanas de un cuerpo que se ha consagrado todo a su Señor.
La vestimenta, en el caso de aquellos que se han asumido en los institutos masculinos, es la sotana. Y para las familias femeninas se ha preferido el adecuar las vestimentas comunes de la región a las exigencias de la actividad apostólica propia del carisma de la congregación.
Por eso, en las órdenes femeninas se ven, desde vestidos discretos, hasta hábitos que recuerdan las túnicas de las obras. En todo caso, en su sobriedad ambas anuncian que esa mujer está consagrada.
Cuando se analiza el significado de los hábitos hay que tomar en cuenta la historia de los institutos. Su carisma irá dando el significado exacto de los elementos.
Blanco: Hace referencia a la pureza recibida en el Bautismo. Por eso, los velos de las novicias son
blancos, pues anuncian una nueva vida en recuerdo del primer Sacramento.
Negro y gris: Indican penitencia. Algunas familias religiosas hacen de toda su vida una oblación de penitencia, y por eso entre sus hábitos se pueden ver estos colores oscuros.
Café: Es el color de la tierra, propio de algunas ramas de la familia franciscana. Recuerda esto mismo,
y la unión que existe entre estos, el Creador y la creación.
Azul: Recuerda el cielo, hacia el cual los religiosos tienen vuelta la mirada. Pudiera ser que también
simbolice la especial relación que conservan con la Virgen María.
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