La bendición de los alimentos es una costumbre antigua ¡Conoce más de su historia!
La próxima vez que vayamos a Misa pongamos atención al momento en que el sacerdote presenta las ofrendas del pan y del vino, y nos daremos cuenta de que dice:
“Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad, y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.” Y dice aproximadamente las mismas palabras cuando ofrece el vino.
Esta bendición es herencia del pueblo judío, nuestro padre en la fe, y fue usada, posiblemente, por Jesús cuando bendecía los alimentos, ya que en los Evangelios se nos indica constantemente que era la costumbre del amado Maestro.
El pueblo judío, pues, y Jesús mismo que fue un buen judío, acostumbraban bendecir a Dios por los alimentos que nos proporciona generosamente.
Entre los primeros cristianos se acostumbró, también, bendecir a Dios por los alimentos y por cada momento de la vida, invocando a Jesús mediante la señal de la cruz, como nos dice un escritor de la segunda mitad del Siglo II, Tertuliano:
“En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz.” ¡Maravillosa costumbre que observamos todavía en la gente sencilla de nuestro pueblo!
Mis padres eran pueblerinos. Mi papá, educado por los salesianos, sabía bendecir la mesa hasta en latín; mi mamá usaba una fórmula más popular y casi en verso para poder ser memorizada fácilmente: “Gracias, Señor, por la vida y el sustento, tú nos los das por quien eres, no porque yo los merezco.”
Y así como en mi hogar, en las familias de aferrada fe sencilla se sigue bendiciendo la mesa como una costumbre que, desgraciadamente, se va perdiendo en las nuevas generaciones que comen casi siempre de prisa y a diferentes horas por aquello del trabajo o de la escuela.
Hace unos años a alguien se le ocurrió poner en las mesas de una cadena de restaurantes una tarjeta con un pensamiento interconfesional, es decir, que podían usarla personas de cualquier religión, para agradecer los alimentos que se nos servirían.
Creo que todos los hombres de todas las religiones reconocemos que el tener qué comer es algo que debemos agradecer a Dios, o a la vida, para los que dicen que no creen en Dios.
La bendición de los alimentos hace de nuestra humilde comida un acto de alabanza a Dios que es Padre providente y generoso.
Cuando alguien bendice los alimentos en una comida está creando un ambiente especial en el que todos nos sentimos unidos por la bondad de Dios. ¿Cómo pelear o discutir si nos hemos puesto bajo el amparo del mismo Padre?
En algunas bendiciones de la mesa se acostumbra pedir por los que no tienen pan, y eso nos hace conscientes del hambre en el mundo. Apreciamos el pan nuestro de cada día y consideramos sagrados los alimentos. En la moral popular es un gran pecado desperdiciar o tirar la comida. No podemos despreciar un alimento que le hace falta a muchos que se mueren de hambre.
Cuando bendecimos a Dios por los alimentos que vamos a comer estamos ejerciendo nuestro sacerdocio laical recibido en el Bautismo. El que bendice representa a Cristo presente en medio de nosotros en esa Iglesia Doméstica que es nuestra familia.
En este mundo cada vez menos preocupado por Dios y en el que nos da vergüenza mostrarnos como católicos, el hecho de bendecir a Dios antes de los alimentos es un testimonio de fe, sobre todo si vamos a comer en público.
No perdamos tan bella tradición de bendecir los alimentos
Bendigamos a Dios en cada momento y, de manera especial, en ese momento en que “hacemos por la vida”, enseñemos a los niños a bendecir la mesa para que esa semilla quede en sus corazones y de paso, para que aprendan a agradecer a su papá que les da los alimentos y a su mamá que los prepara. A lo mejor hasta aprenden a comer brócoli porque saben que Dios se los proporciona porque los ama.
No importa mucho la oración que usemos para bendecir a Dios, incluso podemos inventar en cada ocasión una oración especial en la que incluyamos peticiones por las necesidades actuales de la familia. La bendición de los alimentos permite hacer de nuestras comidas en familia un momento especial en el que sintamos a Dios presente en espera del banquete celestial con el que simbolizamos el Reino de los cielos.
Señor, te alabamos y bendecimos por (aquí con tus propias palabras di qué le agradeces: que están reunidos en familia, o con amigos, etc). Luego dices la siguiente oración:
Gracias, Señor por la vida y el sustento,
Tú nos los das por Tu misericordia infinita,
no por nuestro merecimiento.
Bendice a quienes hicieron posible
que recibamos estos alimentos hoy aquí.
Socorre a los necesitados.
Muévenos a compartir con los demás
cuanto somos y tenemos
y danos a todos hambre y sed de Ti. Amén.
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